Dr. Lucio David Gonzalez

Dr. Lucio David Gonzalez TRATAMIENTO DE PSICOTERAPIA INDIVIDUAL DE PROFUNDISACION PSICOANALITICA, ANSIEDAD, DEPRESION. MAESTRIA EN PSICOANALISIS, CLINICA DEL SUJETO Y VINCULO SOCIAL

MAYOR EXPERIENCIA EN PSICOFARMACOTERAPIA Y TRATAMIENTO DE PSICOTERAPIA INDIVIDUAL DE PROFUNDISACION PSICOANALITICA, ANSIEDAD, DEPRESION, PROBLEMAS ADAPTATIVOS, PAREJA, ADOLESCENTES Y ADULTOS.

🌹 CORAZON Y CEREBRO -Un Diálogo de Amor y Ciencia-       Imagina al corazón como un mensajero antiguo que no usa palabra...
23/08/2025

🌹 CORAZON Y CEREBRO
-Un Diálogo de Amor y Ciencia-

Imagina al corazón como un mensajero antiguo que no usa palabras, sino ritmos y moléculas para hablar con el cerebro.

Por un lado, late con un pulso que cambia con cada emoción: se acelera con el miedo, se expande con la alegría, se aquieta en la calma. Ese latido no es solo mecánico, sino también un lenguaje eléctrico y nervioso que viaja por el vago hasta la corteza, influyendo en cómo pensamos y sentimos.

Por otro lado, el corazón es también un alquimista secreto. No se conforma con mover sangre: fabrica hormonas que viajan por todo el cuerpo. Entre ellas, los péptidos natriuréticos, que alivian la presión al eliminar sodio por la o***a que arrastra el agua, como si el corazón supiera que no solo la sangre, sino también la vida, necesita equilibrio.

Y, sorprendentemente, produce oxitocina molécula del apego. En el cerebro, esta sustancia fortalece vínculos, pero en el corazón parece tener otra misión: cuidar y regenerar células cardíacas, y modula la presión arterial; como si el amor tuviera también una dimensión biológica de reparación.

La ciencia moderna ha explorado estos misterios. Rollin McCraty y el HeartMath Institute han mostrado cómo la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) refleja el diálogo entre nuestro sistema nervioso simpático (el acelerador) y el parasimpático (el freno). Cuando estamos bajo estrés, la VFC cae y el corazón se vuelve caótico; cuando sentimos gratitud, calma o ternura, la VFC florece en ritmos armoniosos, casi como una onda de música interior.

Otros investigadores en fisiología y neurociencia confirman que la VFC es un marcador confiable de flexibilidad emocional y salud autonómica.

🌿La buena noticia es que la VFC no es un destino fijo: puede cultivarse. Estudios científicos han demostrado que hay prácticas sencillas que fortalecen este delicado equilibrio entre emoción y fisiología:

Respira lento y profundo – unos 5 a 6 ciclos por minuto, como si inhalaras calma y exhalaras tensión.

Siembra emociones positivas – gratitud, ternura, afecto; al evocarlas, el corazón entra en coherencia.

Mueve el cuerpo con cariño – caminar, nadar, bailar; el ejercicio regular nutre la flexibilidad cardíaca.

Cuida el sueño – dormir bien es como darle un taller nocturno de reparación al corazón.

Aliméntate con equilibrio – omega-3, frutas, verduras y evitar excesos de alcohol y tabaco fortalecen la VFC.

Busca momentos de pausa – meditación, música suave, contacto con la naturaleza o simplemente respirar mirando el cielo.

Abrázate y abraza – la conexión social y el afecto son vitaminas invisibles para el corazón.

Así, corazón y cerebro no son rivales, ni sedes opuestas de razón y emoción: son compañeros en diálogo constante. El cerebro sueña y el corazón marca el compás; el cerebro piensa y el corazón recuerda, con latidos y hormonas, que estamos vivos, conectados y sensibles.

En el fondo, cuando decimos que “sentimos con el corazón”, no estamos tan equivocados: hablamos de un órgano que late, escucha y hasta susurra con química lo que el alma intuye.

📖 Lecturas recomendadas

Rollin McCraty, HeartMath Institute – investigaciones sobre coherencia cardíaca y variabilidad de la frecuencia cardíaca.

Thayer, J. F. & Lane, R. D. (2000). “A model of neurovisceral integration in emotion regulation and dysregulation”. Journal of Affective Disorders.

Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory. – Explica cómo el nervio vago conecta corazón, emoción y seguridad.

Shaffer, F. & Ginsberg, J. P. (2017). “An Overview of Heart Rate Variability Metrics and Norms”. Frontiers in Public Health.

*CUANDO EL YO SE QUIEBRA.* -Dos Vidas en la Frontera de la Conciencia-Para mis apreciados lectores.Reflexiones Psiquiátr...
16/08/2025

*CUANDO EL YO SE QUIEBRA.*

-Dos Vidas en la Frontera de la Conciencia-

Para mis apreciados lectores.
Reflexiones Psiquiátricas No. 82

En neurología, hay algo que aprendemos pronto: el cerebro no solo piensa, siente y mueve; también construye un “yo”. Ese “comando central” que nos permite reconocernos como un sujeto que existe, que percibe el mundo y se percibe a sí mismo.

Cuando el cerebro sufre una lesión grave, no siempre se daña el mismo territorio ni de la misma manera; pero si la herida alcanza el núcleo de la conciencia de sí, el yo puede fragmentarse… o incluso desaparecer sin que la persona lo note.

El neurólogo A.R.Luria plasmó, en su libro "El Hombre con un Mundo Destrozado", a su paciente Lev Zazetsky, soldado soviético quien recibió una herida de bala en el lóbulo izquierdo y a quien siguió por 30 años. Zazetsky sobrevivió, pero su mundo quedó despedazado: las letras ya no se unían en palabras, los objetos se disolvían en trozos sin sentido. Y sin embargo, él sabía que algo profundo en su mente estaba roto. Tenía conciencia de sí, intacta y dolorosa. Esa lucidez fue su condena y su fuerza: durante tres décadas llenó páginas intentando reconstruir su mundo interior.

Su cerebro izquierdo -el que suele sostener el lenguaje, la lógica y gran parte de la narrativa de nuestra identidad- estaba herido. Pero su hemisferio derecho, guardián de la percepción global y la autoimagen, permanecía lo bastante vivo como para mantener encendida la llama del “yo”. Él se sabía él.

El neurólogo O. Sacks narra, en su libro "El Hombre que confundió a su Mujer con un Sombrero", a su paciente el Doctor P, musico destacado quien vivió otro tipo de quiebre. Su lesión, un tumor en el lóbulo derecho, borró su capacidad de reconocer lo que veía. Sus ojos funcionaban, pero su mente no podía nombrar ni integrar las imágenes: veía formas, colores, fragmentos, sin sentido. Reconocía a las personas por la voz o el olor, nunca por el rostro. Su yo visual había colapsado y, con él, gran parte de su relación íntima con el mundo. Pero lo más perturbador era su serenidad: no sabía que estaba enfermo.

Su cerebro derecho, que integra la percepción espacial, la Gestalt y la conciencia de uno mismo, estaba gravemente comprometido. Y sin esa base, el “yo” puede seguir hablando, enseñando, cantando… pero ya no sabe que ha perdido una parte de sí. La anosognosia, esa ceguera hacia la propia enfermedad, no solo es un síntoma neurológico: es un atentado silencioso contra la conciencia.

En el laboratorio vivo que es el cerebro humano: El izquierdo narra, categoriza, pone en palabras la experiencia, crea el hilo lógico de nuestra historia personal. El derecho integra la imagen global, el contexto, el aquí y el ahora de nuestra existencia, y sostiene la conciencia emocional y espacial del yo.

En Zazetsky, el narrador estaba herido, pero su consciencia observadora seguía presente. En el Doctor P, la consciencia observadora estaba dañada, y el narrador, intacto pero ciego a la pérdida, seguía hablando como si nada. El primero luchaba por recomponer su historia; el segundo no luchaba , pues no sabía que estaba enfermo.

Estas dos vidas muestran que el yo no es una entidad abstracta ni eterna: es un puente vivo entre hemisferios, una alianza frágil entre memoria, percepción, lenguaje y consciencia.

Cuando uno de los pilares cede, podemos perder no solo una función, sino una parte de nuestra identidad. Y a veces -como en el Doctor P-, ni siquiera nos enteramos.

Dr. Lucio David González
Psiquiatra. Master Psicoanálisis
Tels.: +57 3155706594 - 3183244386

PIELCuando la piel llora lo que el alma calla Reflexiones Psiquiátricas: No. 80    “Quiero ser dermatólogo”, decía mi am...
01/08/2025

PIEL
Cuando la piel llora lo que el alma calla

Reflexiones Psiquiátricas: No. 80

“Quiero ser dermatólogo”, decía mi amigo.
Y no hablaba del órgano más extenso del cuerpo como un mero tejido, sino como un territorio limítrofe: el umbral donde la biología se convierte en biografía.

La piel no es solo una barrera. Es también un órgano sensorial, emocional y simbólico.
Es retina periférica, oído extendido, olfato externo.
Se proyecta hacia el mundo en busca de contacto, de pertenencia, de sentido.

Nos aferramos con la piel, a una ciudad, a una persona, a una rutina.
Nos fundimos piel con piel y nos convertimos en una sola entidad: el yo y el otro unidos por la frontera más viva del cuerpo.
Los fotones que tocan tu piel también alcanzan la mía. Estamos juntos incluso en la distancia.

Pero el vínculo tiene una contracara: la separación.

Cuando perdemos aquello a lo que estábamos adheridos —un amor, una ciudad, un proyecto vital—, la piel responde.
No hay eritema visible, ni ampollas, ni diagnóstico evidente.
Solo la sensación inexplicable de picor, como si la piel reclamara lo que ya no puede abrazar.

Desde la embriología, sabemos que la piel y el sistema nervioso provienen del mismo origen: el ectodermo.
Y desde la psiquiatría, vemos que lo psíquico puede expresarse en lo somático.
El prurito, sin causa dermatológica aparente, puede ser una manifestación cutánea del duelo, del apego roto, del insomnio emocional.

Hoy, tengo una afección en la piel. Llámalo herpes, prurito idiopático, dermatitis inespecífica.
La sintomatología no alcanza a decirlo todo.
Quizá es mi piel gritando mi voz ahogada.
Quizá es la somatización del vacío, o el intento de mi cuerpo por tocar una ausencia.

Porque sí: a veces la piel llora.

Y sin embargo, como todo órgano vivo, también se regenera.
Después del duelo, del picor, de la ruptura, la piel se repara.
Vuelve a ser continente, vuelve a ser umbral.
Y queda lista para el siguiente encuentro, para la próxima historia.
Para el próximo fantasma que quiera habitar —por un tiempo— en la superficie sensible de mi cuerpo.

Dr. Lucio David González
Psiquiatra. Mr. Psicoanálisis
Tels.: +57 315 570 6594 – 318 324 4386

COMUNISMO: El cuento de que el comunismo es malo, y que los Petristas son comunistas y castrochavistas, y de que el comu...
20/07/2025

COMUNISMO:

El cuento de que el comunismo es malo, y que los Petristas son comunistas y castrochavistas, y de que el comunismo lleva a la extrema pobreza, y que en el comunismo no hay libertad, y que alli los que gobiernan se vuelven ricos y que la deshumanización mas grande es en el comunismo, es la gran falacia de los capitalistas y personajes de extrema derecha , y que incluso se dicen llamar cristianos, e incluso los grupos cristianos son opuestos al comunismo.

Ese cuento es un intento de desprestigiar un esfuerzo de la humanidad por encontar caminos mejores al capitalismo. Es verdad, los logros del comunismo no fueron los esperados, pero jamás se planeó maquiavélicamente que el objetivo era empobrecer a los pueblo.

En la historia de los inicios del comunismo existió un ideal profundamente humanista, un sueño de lograr la igualdad a todos los seres humanos, que todos tengan que comer proteínas y que todos tengan un lapiz para escribir. Ese sueño lo abanderaron personajes estudiosos y empáticos con el dolor humano, empezando con Carlos Marx, Trosky, etc personajes que desnudaron la trama del robo capitalista en la plusvalia, seguido de otros humanistas de gran envergadura tanto del viejo contiente como del nuevo . Tenemos por ejemplo al pesonaje que dejo huellas inacabables, me refiero al Comandante Che guevara , al presidente Allende de chile y a el insigne Fidel castro , cuyos sueños es que todos tengan una cama digna y un colegio digno.

La ideas es que la tierra y las empresas sean de todos, que las ganancias sean para todos, pero esto implicaba un proceso, y los países que lo iniciaron se vieron expuestos al desespero y a la agresion despiadada de los paises capitalistas, quienes invadieron territorios ajenos para imponer sus regímenes liderados por los estados unidos.

Es difícil lograr un sueño cuando la mayoría de gobiernos luchan por agonizarlo, por matarlo y desprestigiarlo.

Es verdad el comunismo no ha logrado su culmen preciamente. porque no recibió el apoyo del egoismo mundial capitalista.

Entonces las metas ahora ya no son el comunismo, eso no quiere decir que se malo; las metas ahora son hacer un capitalismo mas humanizado, un capitalismo que sea mas altruista. Es verdad, los seres humanos nacemos con genéticas diferentes, unos mucho mas inteligentes que otros y esto conlleva muchas veces a aplastar al otro, esta es la realidad, pero se trata de que los atropellos sean menos viles y se logre compartir un poco mas.

Pues la palabra comunismo vienen de comunidad, de común de que todos tengan un pan en común. Que nadie coma mas que el vecino. Eso es sublime pero imposible, es verdad, sin embargo seguiremos soñando, por esa comunidad mas igualitaria. O al menos esto nos permitirá dormir tranquilos al pensar en el bienestar del otro y no en el asalto de sus tierras, de sus riquezas naturales de sus arboles oxigentantes y de sus hijos que crecen con sonrisas esperanzadoras por un futuro más hermoso.

La palabra comunismo tienen que sacudirse de los oprobios que le quieren dar y dignificar su escencia para trasmitirla a las nuevas generaciones

Lucio David Gonzalez

*LA SEMILLA DE LA ESPERANZA* Para mis apreciados lectores.Reflexiones psiquiátricas: 80 Psicoentrega.    Michael Pollan ...
14/06/2025

*LA SEMILLA DE LA ESPERANZA*
Para mis apreciados lectores.
Reflexiones psiquiátricas: 80 Psicoentrega.

Michael Pollan cuenta en su libro -Second Nature- que, cuando tenía apenas cuatro años, un día se escondió en el huerto familiar. Allí, entre las hojas, creyó ver un sapo enorme. Al acercarse, descubrió que no era un animal, sino un melón. Entonces recordó que, meses atrás, él mismo había sembrado una semilla en ese lugar. Corrió a buscar a su madre y le gritó, emocionado:
-¡Yo hice que esto sucediera! Mamá, ¡tienes que verlo!-
Ese instante sembró en él una semilla distinta: años después, se convertiría en horticultor.

El asombro, la sensación de haber hecho surgir algo del misterio, son motores esenciales en la construcción del sentido de sí.

El psicoanalista Winnicott, decía que el bebé se siente creador del mundo: cuando la madre responde, cree que la ha hecho aparecer. Piaget demostró que, al inicio, si un objeto desaparece de la vista del niño, deja de existir para él. Solo más tarde comprenderá que el mundo sigue allí, aunque no lo vea.

Leer, por ejemplo, puede convertirse en un acto de revelación. No es casual que durante siglos se considerara a la Biblia un libro misterioso, lleno de secretos. Y que los libros prohibidos susciten más deseo que los permitidos. Freud decía que la sexualidad infantil, reprimida, lleva al niño a inventar teorías que estimulan su mente.

Estanislao Zuleta, filósofo colombiano, advertía que cuando se obliga a los estudiantes a leer -El Quijote- como un deber escolar, el texto pierde su misterio. Ya no es una obra viva, sino un ejercicio de gramática. En lugar de despertar la imaginación, se vuelve una carga. Lo misterioso pierde su fulgor cuando se impone.

Un antiguo cuento habla de un rey que ofreció la mano de su hija a quien le trajera algo que jamás se hubiera visto en el mundo. Muchos pretendientes fracasaron. Solo un jardinero logró impresionar al rey. Le entregó una nuez cerrada y le dijo:
—Ábrala, y verá algo que ningún ojo humano ha visto todavía.
Dentro, latente, estaba la promesa de lo nuevo: una semilla.

Sue Stuart-Smith, psiquiatra y autora de -La Mente Bien Ajardinada-, afirma que incluso una simple parcela de patatas puede ofrecer esa misma experiencia: la visión de algo que nunca antes fue contemplado. El cultivo, es una forma de creación, una fuente de ilusión y de esperanza.

San Benito, en el siglo VI, proclamó la santidad del trabajo manual. Para los monjes benedictinos, la horticultura era y es tan sagrada como los vasos del altar. En sus monasterios había y hay viñedos, huertos, flores, plantas medicinales. En el cuidado de la tierra, todos se igualan. Y por el mismo sendero, para la Abadesa Hildegarda en el siglo XII, cuidar plantas y cuidar personas eran gestos de una misma ética.

En un mundo donde todo se reemplaza, donde todo es líquido, donde lo roto se desecha, cultivar es un acto de resistencia. Hoy se recetan pastillas para mejorar la autoestima sin pasar por el proceso que la construye. Se cambia lo dañado sin preguntarse si podría ser restaurado. Pero una semilla no se sustituye; y al igual que a un humano, se cuida, se riega, se protege, se acompaña en su crecimiento.

Además, la tierra contiene las actino-bacterias, las cuales pueden entrar a nuestro intestino mejorando la flora intestinal. Los jardineros tienen una flora intestinal más variada y saludable, y recordemos que este es el segundo cerebro donde se produce la serotonina, la cual poda las malezas del cerebro activando la microglía y con efectos protectores cerebrales. Cuando sembramos una semilla, plantamos un relato con posibilidades de futuro.

Ya desde el siglo XVIII se utilizaba la horticultura como forma de terapia, siendo desplazada en 1950 con la aparición de los medicamentos. Ahora estamos en un retorno a la naturaleza. El antropólogo James Frazer en su clásico libro -La rama Dorada-nos recrea los ritos de todo el mundo relacionados con el culto a los árboles indicando que este impulso existe en lo más profundo de nuestro ser.

Hoy, en Inglaterra, la jardinería se prescribe como terapia. En Oxfordshire, pacientes con enfermedades graves participan en programas de jardinería dos veces por semana. El trabajo con la tierra calma, ordena, conecta. Y desde el 2007 la Real Sociedad de Horticultura promueve la enseñanza de la jardinería en las escuelas generando en los niños confianza, deseo y motivación.

En algunas cárceles de Estados unidos como la de Rikers Island, donde un 40% tienen trastornos mentales, se describe que la violencia nunca se dio en los recintos de horticultura.

Finalicemos diciendo que según el psicoanálisis la vida está atravesada por la tensión entre Eros (la fuerza del vínculo) y Tánatos (la fuerza destructiva). Arrancar la maleza puede ser un acto de Tánatos al servicio de Eros: quitar lo que daña para que florezca lo que nutre.

Porque en cada semilla hay una promesa.
Y quien cuida, crea.
Y quien cultiva, cree.

Dr. Lucio David González.
Psiquiatra- Psicoterapeuta.
tels.: +57 3155706594 - 3183244386

12/06/2025
*OBJETOS QUE CUIDAN EL ALMA*Para mis apreciados lectores. Reflexiones Psiquiátricas: 79 Psicoentrega.        Si  experim...
07/06/2025

*OBJETOS QUE CUIDAN EL ALMA*

Para mis apreciados lectores. Reflexiones Psiquiátricas: 79 Psicoentrega.

Si experimento un vacío crónico, no se quién soy ni qué deseo, me adapto pero no me reconozco en nada, es posible que el núcleo de mi Identidad nunca haya llegado a construirse del todo. Entonces existe algo más, no se trata de una tristeza profunda, sino de una fractura en el sentido de mi mismisidad.

Esto sucede cuando en los primeros tiempos de vida no hubo un entorno sensible que ofreciera sostén sin invasión, mirada sin juicio, presencia sin abandono.

Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista inglés, observó que, entre los 4 y 12 meses, muchos bebés desarrollaban un apego intenso hacia ciertos objetos: un peluche, un trapito, o su propio dedo, etc. Son objetos que ayudan a calmar la ansiedad por la separación de la madre.

Un bebé de 7 meses puede quedarse dormido si tiene su trapito. Pero si se lo quitan, llorará inconsolablemente. El trapito es y no es el niño y es y no es la madre ausente.

A este objeto cargado de afecto lo llamó _objeto transicional_ . Un puente simbiótico que permite irse separando de la madre sin romperse.

La psiquiatra Sue Stuart-Smith, en su libro _La mente bien ajardinada,_ cuenta que sembrar es un acto de encuentro: ella pone la semilla, riega, pero luego la planta hace su parte, crece por sí misma. En ese proceso, planta y jardinera se convierten en parte una de la otra. Lo que se cultiva afuera también se cultiva dentro. La planta se convierte en objeto transicional.

Una vez soñé un cuarto lleno de libros y tuve, en el mismo sueño, la sensación de que esos libros eran mi madre. Ella siempre deseó que fuéramos estudiosos. Descubrí que la escritura era mi forma de reencontrarme con un vínculo que se perdió. Como si cada palabra sembrada en el papel fuera una raíz que me sostiene.

Hay algo en las manos que escriben, que riegan, que tocan una manta, que acarician un animal, que preparan el café cada mañana. Son gestos que el yo herido realiza para protegerse, para reconstruirse, para acompañar al niño que alguna vez quedó solo.

Escribir, cultivar una planta, bordar, guarnecer una prenda, criar una mascota, crear una receta de cocina, perseverar en un jobi, son objetos transicionales adultos que nos sostienen. Crean un espacio, donde estar con uno mismo no es amenaza, sino refugio.

En la psicoterapia el terapeuta no es la madre, pero tampoco es ajeno. Es alguien que está, que no invade, que no se va. -El horario, el sillón, la mirada, la escucha- funciona como una nuevo trapito transicional. Un lugar donde el yo verdadero puede asomar por fin la cabeza, después de años escondido.

Lo que cura, más que el lenguaje hablado, es la presencia constante, la espera sin exigencia, el vínculo sin atropello. En el consultorio no se fuerza la floración. Se acompaña el crecimiento. Se confía.

Por eso, cuando una persona logra decir: - _Hoy sentí que algo era mío. -Escribí algo que salió de adentro. -Pude estar sola sin sentirme vacía_ - ...no es una frase más. Es un nacimiento. Un momento en que el yo verdadero empieza a existir, como una semilla que al fin encontró tierra fértil.

Y a veces, en ese renacer, hay una planta, una canción, un cuaderno o un gato que, sin saberlo, nos ayudó a ser. Porque la realidad psíquica también se cultiva. Y en ese cultivo, como decía Sue Stuart-Smith, la vida misma se vuelve jardín.

Hay vivencias del pasado que buscan la mirada, que buscan el sostén, en algo caluroso que nos de seguridad.

Dr. Lucio David González
Psiquiatra-Psicoterapeuta. Tels.: +57 3155706594 - 3183244386

*VIAJE ESPACIAL* Para mis apreciados lectores.Reflexiones psiquiátricas: 78 Psicoentrega        Eran las diez de la noch...
31/05/2025

*VIAJE ESPACIAL*

Para mis apreciados lectores.
Reflexiones psiquiátricas: 78 Psicoentrega

Eran las diez de la noche. Sobre una carretera pavimentada, cerca de una finca lejana, tres amigos estábamos acostados, contemplando un cielo hermoso, colmado de miles y miles de estrellas.

De pronto, en el silencio más absoluto, cruzó la inmensidad un objeto descomunal, redondo, con tres luces rojas en su base formando un triángulo. Lentamente, se fue desvaneciendo en la vastedad del firmamento. Días después, vimos en una revista la imagen de aquella nave.

Siempre me fascinaron los platillos voladores. Fui lector asiduo de temas como el Triángulo de las Bermudas, y durante un tiempo, pertenecí a sectas herméticas que prometían poderes a través de la Cábala y procesos de iniciación esotéricos.

Todavía sigo buscando esas naves espaciales. Sin embargo, algo cambió profundamente mi vida: la belleza que trajeron mis hijos. Los platillos voladores pasaron a un segundo plano. Estaba ante el verdadero milagro: la vida. Junto a mi compañera, emprendí la lucha para que ellos pudieran escalar las montañas más altas, más altas incluso que el Everest.

Luego siguió mi vida y encontré que cada vez que un paciente lograba superar su trauma, y veía en su rostro una sonrisa de renacimiento, era como si su alivio me regalara una nueva esperanza en este escabroso camino de la enfermedad mental.

Y así, me fui acercando a los últimos escalones de mi vida. Fue entonces cuando comprendí una verdad luminosa: "nunca moriría", porque mis ojos seguirian mirando el mundo a través de los ojos de mis hijos, pues en ellos están mis genes, estan mi vida.

Ellos continuarán descubriendo nuevos paisajes, quizá nuevos platillos voladores... pero, aún mejor, nuevos hallazgos que despierten sonrisas en sus vecinos, en sus amigos, y en sus propias familias.

*Dr. Lucio David González*
Psiquiatra. Psicoterapeuta.

*EL VIENTRE DEL PODER*  Para mis apreciados lectores.Reflexiones psiquiátricas. 77 Psicoentrega.¿A quién debemos temer m...
24/05/2025

*EL VIENTRE DEL PODER*

Para mis apreciados lectores.Reflexiones psiquiátricas. 77 Psicoentrega.

¿A quién debemos temer más: a los de arriba o a los de abajo?

La historia, con sus gritos silenciados, parece responder. No es el pobre que roba un pedazo de pan, o el delincuente que se roba un celular, quien pone en riesgo la humanidad, sino el poderoso que, por miedo a perder, se aferra al control y arrasa con todo.

El miedo: emoción fundadora de nuestras estructuras más profundas. El miedo a perder lo que se tiene —el territorio, el poder, la identidad— nos empuja a construir imperios, a dominar cuerpos, a levantar muros visibles e invisibles. Cuando gobierna el miedo, la empatía se vuelve un lujo, y la vida del otro, una amenaza.

A lo largo de la historia, las voces que han intentado iluminar estas estructuras de poder han sido perseguidas. Galileo, Marx, Darwin, Freud, Cristo, Gandhi, Mandela, etc… fueron rechazados porque sus ideas desnudaban el miedo de quienes mandan. Cuestionaban los pilares narcisistas sobre los que se erige el poder, y por ello, fueron silenciados, exiliados o asesinados.

El ser humano puede ser el ser más empático y, a la vez, el más brutal de los depredadores. Las grandes masacres y dictaduras no nacieron de la desesperación de un marginado, sino de quienes controlan la educación, la economía, la ley. Fue así como Europa diezmó los pueblos originarios de América. Así se colonizaron África e India. Así los imperios antiguos arrasaron culturas enteras. Y así, desde el norte, se orquestaron dictaduras en América Latina, dejando miles de desaparecidos y madres que aún lloran.

Nos conmueve la enfermedad de un presidente, pero no la muerte de quince mil niños en Gaza, de migrantes ahogados en el Mediterráneo, de civiles bajo las bombas en Ucrania. ¿Qué vidas merecen duelo, y cuáles pasan sin nombre ni rostro?.

Ignoramos la muerte porque nos asusta, y nos aferramos al poder con una mezcla de soberbia y pánico, como si lo que más tememos perder no fuera solo lo que se acumula en vida, sino aquello que nace del vientre bajo y apunta hacia arriba: un símbolo de dominio, de conquista. Deliramos con ser los elegidos, los invencibles. Y la historia lo confirma: las grandes matanzas han sido obra de hombres, no de mujeres.

Por eso, debemos temer a quienes mandan, no a los desposeídos. El joven en la primera línea de protesta, el “loco” del manicomio, el niño hambriento que roba pan, no son peligrosos. Lo verdaderamente temible es quien controla los medios, el dinero, las tierras. Porque desde allí se decide quién vive y quién no.

El miedo apaga la empatía. Y sin empatía, ¿qué ética puede guiarnos? ¿Quién define el valor de la vida de una hormiga, de un pez, de un colibrí, de un ser humano? ¿Acaso la hormiga no desea seguir viva, no huye del peligro, no busca la luz?

En uno de sus relatos, el neurólogo Oliver Sacks cuenta la historia de una mujer autista que se convirtió en veterinaria. Ella desarrolló un método para sacrificar vacas sin angustia, preocupada por el bienestar de esos animales, no por ego ni poder, sino por sensibilidad. Lo mismo describió Konrad Lorenz en su estudio sobre los gansos: los polluelos, separados de su madre, sufrían igual que los bebés humanos observados por el pediatra René Spitz . Los bebes como los polluelos se irritaban, se deprimían, y finalmente tenían daño neurológico.

Pero estas verdades, tan simples y tan profundas, se desvanecen ante la sed de poder. Nos da miedo perder nuestra identidad, mezclarnos con el otro, dejar de sentirnos superiores. Por eso surgen sectas, logias, etnias que anhelan borrar a las demás, como si la diversidad fuera una amenaza y no un regalo.

¿Tú quieres vivir, caminar, reír, abrazar? ¿Y acaso el otro no? ¿Qué te hace distinto?

Quizá el haber nacido en una cama de madera, el haber tenido que ganarse el pan día tras día, es lo que nos vuelve un poco más humanos. Entender lo difícil que es dar de comer a una familia puede enseñarnos más que cualquier tratado de filosofía.

He escuchado que algunos pueblos agradecen a los animales antes de convertirlos en alimento. Les piden perdón, les honran. Y sin embargo, en otras partes del mundo, se ordena matar humanos con la misma ligereza con que se cambia de canal tras la cena.

La empatía muere cuando el miedo a ser castrado se impone: cuando dejar de ser “macho” se vive como dejar de existir

Dr. Lucio David González
Psiquiatra- Psicoterapeuta
tels.: +57 3155706594 - 3183244386

*ASOCIACION LIBRE.* -La palabra libera- Para mis apreciados lectores.Reflexiones psiquiátricas. 76 Psicoentrega.       H...
17/05/2025

*ASOCIACION LIBRE.*
-La palabra libera-

Para mis apreciados lectores.
Reflexiones psiquiátricas. 76 Psicoentrega.

Había una vez un paciente en la antigua Grecia que sufría de intensos dolores de cabeza. El médico, en lugar de limitarse a recetar algún remedio, lo invitó a hablar de lo que quisiera. El hombre comenzó mencionando cuánto le gustaba observar la luna, cómo ésta se desvanecía poco a poco con el paso de los días. Esa imagen lo llevó a recordar cómo su salario también se iba agotando sin alcanzar a cubrir sus deudas. Se inicia la catarsis, se comprende la causa y se reflexiona sobre la solución.

Galeno en varios pasajes adopta la idea de que el alma necesita una forma de "catarsis", es decir, limpiarse de pasiones desordenadas para recuperar el equilibrio. El discurso, en este sentido, es un medio para ordenar el alma y, con ello, curar el cuerpo.

*El niño que dibujaba con líneas gruesas**
Durante semanas, un niño se había quejado de dolores abdominales, estreñimiento y una extraña sensación de “algo duro” en su vientre. Los tratamientos médicos no surtían efecto. Fue entonces cuando lo derivaron a evaluación psicológica.
La psicóloga le pidió que dibujara lo que quisiera: una casa, una persona, una mesa... El niño comenzó a dibujar, y pronto algo llamó la atención: todas sus líneas eran dobles, gruesas, marcadas con insistencia casi obsesiva. Las paredes de la casa tenían bordes dobles. Lo mismo ocurría con las puertas, las ventanas, los muebles. Todo parecía querer contenerse, protegerse, encerrarse.

Conmovida por esa expresión simbólica, la terapeuta sugirió nuevos estudios médicos. Días después, una tomografía reveló el diagnóstico: megacolon congénito. El colon del niño estaba dilatado, y una obstrucción funcional explicaba todos sus síntomas.
Lo más asombroso fue comprender que, de alguna forma misteriosa, el niño ya sabía. Su cuerpo hablaba en el dibujo. Y aunque no tenía el lenguaje para explicarlo, su inconsciente sí lo había dibujado.
Françoise Dolto trabajó extensamente con niños y el lenguaje del cuerpo en el dibujo. Donald Winnicott también utilizaba el dibujo como herramienta diagnóstica.

*La Asociación Libre:*
A mis pacientes, en su mayoría, suelo decirles que se recuesten en el diván y hablen libremente, pues es una manera de que el inconsciente emerja. Les digo: “Recuéstese en el diván y hable libremente. No se sienta presionado. Si no viene nada a la mente, hacemos silencio. Pero si aparece algún recuerdo -de la infancia, de la adultez, de un libro que leyó-, compártalo. Su mente siempre está pensando en algo. Diga ese pensamiento, aunque parezca imprudente, absurdo, sin gramática, mal dicho o incluso vergonzoso.”

Con el tiempo, a medida que el paciente gana confianza y comienza a hablar sin reglas ni censuras, emerge un discurso que al principio puede ser confuso, pero que poco a poco da lugar a algo escondido, algo profundamente enraizado que da sentido a sus síntomas.

En los sueños ocurre algo parecido. Al dormir, apagamos las luces, los sonidos, nos quitamos la ropa apretada, cerramos los ojos… y unos minutos después, soñamos. El sueño es una forma pura de asociación libre: el inconsciente habla sin miedo, sin censura, y revela nuestros deseos, miedos y secretos más íntimos.

Hoy sabemos que el cerebro no es un ente aislado del cuerpo. Estudios recientes sugieren que el cerebro es todo el cuerpo. Algo parecido ocurre con los pulpos: no tienen un cerebro central, sino una red neuronal distribuida por sus extremidades. Multitud de evidencias son descritas por el Psiquiatra Thomas R. Verny.

Una de las formas más profundas de escuchar al cuerpo es a través de la asociación libre: dejar que el cuerpo hable con sus propias palabras, metáforas, imágenes o silencios.

Quizás por eso nos curan también las tertulias. El vaivén de los vinos, la conversación despreocupada, son en el fondo una asociación libre espontánea. Una forma antigua, natural y poética de exorcizar los miedos… y sanar las heridas.

Dr. Lucio David González
Psiquiatra. Psicoterapeuta
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