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Quiero compartirles una reflexión que ha nacido de varias conversaciones con animales perdidos y de lo que he sentido junto a sus humanos. Muchas veces se espera que, en una comunicación telepática, aparezca el lugar exacto —como si fueran coordenadas precisas— donde está el animal. Pero la realidad es que no funciona así. Lo verdaderamente valioso es el movimiento energético que se despierta en cada proceso: terapias de Reiki o Tameana que abren caminos, alivian la angustia y crean un puente de luz entre el animal y su familia. Ese movimiento es el que nos guía hacia la calma y la confianza.
 
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                         
   
   
   
   
     
   
   
  