11/05/2025
Hoy, en este día especial, celebramos y reconocemos a las madres. Su amor, dedicación y esfuerzo son el pilar sobre el cual se construyen familias, comunidades y sociedades. Pero más allá de una felicitación, más allá de un gesto simbólico en redes sociales, es urgente preguntarnos: ¿estamos realmente dignificando su labor?
Ser madre va mucho más allá de la crianza; es una entrega constante, un compromiso profundo con el bienestar y desarrollo de sus hijos, que impacta directamente en la construcción de una sociedad sana. Sin embargo, es preocupante ver cómo, muchas veces, esta función es invisibilizada o limitada a un reconocimiento superficial, sin que se traduzca en políticas de apoyo reales o en una inclusión efectiva en el entramado social, laboral y jurídico.
No basta con dedicarles un día al año; no basta con elogiar su labor sin transformar las estructuras que deberían respaldarlas. Como sociedad, debemos asumir una verdadera responsabilidad en la protección, el apoyo y el reconocimiento de la maternidad. Se requiere un compromiso tangible, una visión que dignifique su rol y que garantice que cada madre cuente con las condiciones necesarias para ejercer su función sin sacrificios desmedidos, sin exclusión y sin cargas que deberían ser compartidas.
Cada madre, cada hijo, cada familia es parte fundamental del tejido social. Una crianza sana da lugar a individuos íntegros y, a su vez, a sociedades más justas, equitativas y humanamente enriquecidas. La maternidad no es solo una experiencia personal, es una realidad que nos concierne a todos, porque todos somos de todos.
Hoy, más que nunca, debemos ir más allá de la celebración. Debemos trabajar por la inclusión real, por el reconocimiento digno y por el respaldo efectivo a la labor de todas las madres. Porque su esfuerzo no es solo suyo, es el reflejo de una sociedad que, si quiere avanzar, debe proteger, apoyar y valorar a quienes tienen en sus manos la formación del presente y también de generaciones futuras.