18/08/2025
En el video publicado esta semana, mi mamá compartió cómo al inicio sentía miedo y mucha ansiedad de venir al gimnasio, incluso la noche anterior casi no dormía. Sin embargo, hoy lleva tres días de constancia y se siente feliz y motivada.
Desde la neuropsicología sabemos que la actividad física tiene un impacto profundo en la salud mental y cerebral: ayuda a disminuir la ansiedad y la depresión, mejora la calidad del sueño, regula la atención y la memoria, y favorece la plasticidad cerebral, que es la capacidad del cerebro para adaptarse y fortalecerse. Además, es uno de los factores más estudiados en la prevención del deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Pero lo más valioso es comprender que no basta con decirle a la madre o al adulto mayor ‘haga ejercicio’. Lo que marca la diferencia es acompañar, dar ejemplo y compartir el proceso. Esto potencia la motivación, la paciencia, la disciplina y el sentido de responsabilidad mutua.
El ejercicio no debe ser en exceso, sino equilibrado, constante y con disfrute. En ese acompañamiento se construye también un vínculo emocional que protege tanto la salud física como la mental, convirtiéndose en una herramienta poderosa para el bienestar integral y la calidad de vida en todas las etapas.