24/07/2023
La teoría del vínculo de Bowlby, describe que, para el desarrollo psicoemocional sano en el ser humano, la persona desarrolla vínculos (apegos) de forma instintiva. El mantenimiento de un vínculo sano, se experimenta como fuente de seguridad. Cuando tales vínculos se ven amenazados (o rotos), se produce un estado afectivo de gran intensidad emocional al que llamamos duelo, el cual puede iniciar inmediatamente después o en los meses siguientes a la pérdida y está limitado a un período de tiempo que varía según cada persona.
Por tanto, las siguientes fases son un proceso (y no secuencias o etapas fijas):
• Fase de aturdimiento o etapa de shock. Es como un sentimiento de incredulidad; la persona puede funcionar como si nada hubiera sucedido. Otros, en cambio, se paralizan y permanecen inmóviles e inaccesibles. En esta fase se experimenta sobre todo pena y dolor. El shock es un mecanismo protector, da a las personas tiempo y oportunidad de abordar la información recibida, es una especie de evitación de la realidad.
• Fase de anhelo y búsqueda. Marcada por la urgencia de encontrar, recobrar y reunirse con la persona que ya no está en la medida en que se va tomando conciencia de la pérdida, se va produciendo la asimilación de la nueva situación. La persona puede mostrarse inquieta e irritable. Esa agresividad a veces se puede volver hacia uno mismo en forma de autorreproches, pérdida de la seguridad y autoestima.
• Fase de desorganización y desesperación. En este periodo está marcado por sentimientos depresivos y la falta de ilusión por la vida. Se va tomando conciencia de que el ser querido no volverá. Se experimenta una tristeza profunda. La persona se siente vacía y con una gran soledad.
• Fase de reorganización. Se van adaptando nuevos patrones de vida, y se van poniendo en funcionamiento todos los recursos de la persona y se comienza a establecer nuevos vínculos.
A pesar del dolor, la vida sigue a su propio ritmo y en ocasiones con exigencias importantes. La estrategia fundamental para el manejo del duelo es darse tiempo y permiso para abordar de forma consciente el proceso y restablecerse.
¡Vamos a terapia!
Imagen de María Gomez ilustradora.