02/08/2022
Y como todo en la vida tiene un final, llegó el momento de mi purru.
La lactancia con Nahara fue todo un mar de amor, alegría y tranquilidad, ya tenía la experiencia de ser mamá, de dar teta, ya tenía conocimientos desde la formación profesional en el tema. Sin embargo, a ella le tocó una mamá diferente, una mamá que ya no era exclusiva porque tenía otra niña mayor que cuidar, incluso le tocó compartir teta con su hermana mayor y con su primito.
No pude tenerla conmigo apenas nació, pero después de 5 horas cuando nos reencontramos fue como si nunca nos hubieran separado, recuerdo que venía fría y apenas la puse piel con piel en mi pecho, mi calor la envolvió, nos reconocimos y empezamos la lactancia.
Aun así, había una pequeña molestia que resultó ser frenillo sublingual, el cual no interfirió en nada, pero por recomendación profesional, realizamos la frenectomía a los 10 días de nacida debido a esa molestia y continuamos nuestra lactancia.
Las crisis de lactancia con ella fueron casi imperceptibles y las largas noches parecían más llevaderas. Y aunque resultó igual de afanada a la teta como su hermana, ya siendo más grande podía dormirse sin ella y quedarse tranquila sin teta más regularmente.
Hace un tiempo hablamos de que era momento de despedirnos de la teta y ella estuvo de acuerdo, desde pequeña ha escuchado a su hermana hablar de su ceremonia de “Adiós a la tetis”
(https://www.facebook.com/738602219569173/posts/1517381878357866/?d=n)
y por supuesto ha esperado su propia ceremonia también.
Hace mucho tiempo que solo toma una vez para dormirse, sin embargo, si durante el día o en la noche pedía más, nunca se lo negaba.
Iniciamos regulando las tomas más conscientemente, solo por la noche, y un día si un día no, luego un día si dos no, y así hasta llegar a tomar un solo día a la semana.
Con mucho amor e ilusión su hermana mayor y yo empezamos la preparación del Blessing de Nahara para decir adiós a la tetis. Además de cerrar mi etapa de lactancia después de 10 años ininterrumpidos dando teta.
Iniciamos la ceremonia: Nahara, su hermana y yo, además su abuela materna y una tía abuela materna que es muy importante para ella.
Le coloqué una corona de flores, recordándole que era un momento especial para ella, flores blancas como la lechita de mamá que ha tomado por todos estos años.
Como es súper coqueta, su hermana y yo le pintamos las uñas; mientras lo hacíamos recodábamos cada año de lactancia por cada uñita, las cosas buenas y las no tan buenas que pudimos superar, y al final le di una rosa color naranja, su color favorito, con la enseñanza de que aunque encontremos espinas en el camino, aunque vivamos situaciones dolorosas, nunca tenemos que perder nuestro objetivo de florecer en la adversidad y siempre mostrar a los demás nuestra belleza interior.
Y recordando que para superar los problemas y tener paz, es importante tener en la vida una pizca de dulzura, compartimos un quequito en forma de teta de su sabor favorito. Mientras lo comíamos, les hablé sobre la conexión que tenemos con nuestro linaje, y la que vamos a tener con nuestra descendencia, como sanando nosotras sanamos a toda nuestra descendencia y de ahí la importancia de desaprender para aprender, de conectar con nuestras emociones, de conocernos, de amarnos, de superarnos y de cómo cambiando nosotras cambiamos la vida de nuestros hijos y cambiamos el mundo.
Luego derramamos en la tierra un poquito de leche materna, agradeciendo a la naturaleza y a Dios que nos hace perfectas para gestar y alimentar a nuestros bebés y así ser parte del milagro de dar vida.
En una maceta puse una suculenta con un hijito, y era hora de que Nahara cortara el tallo que los unía para trasplantar al hijito en su propia maceta y que pueda continuar creciendo, pero la macetita pequeña se puede colocar en el regazo de la maceta grande. Tal y como a los bebés se les debe cortar el cordón umbilical, llegó el momento en que cortamos el lazo de la lactancia sin dejar de lado que será un lazo y un apego sano que nos unirá para toda la vida y que siempre tendrá mi regazo para regresar a él cuando lo necesite.
Llegó nuestro momento de tomar teta por última vez, recordando tantos momentos, tantos besos, tantas caricias, tanto amor, sintiéndonos, reconociéndonos. Entendido que las caricias y amor estarán siempre, que siempre puede venir a mis brazos para chinearla, y que mamá siempre estará para ella.
Luego cambié su corona blanca por una corona con sus colores favoritos, ahora brillará con su personalidad, con su alegría, con sus ocurrencias, con toda la esencia de quien ella es. También bailamos nuestra canción favorita que habla sobre que ser feliz es gratis, que solo tenemos que querer y creer que podemos ser felices, que valemos mucho y que podemos lograr todo lo que queramos.
Por último su hermana mayor le dio un regalo, una pulsera con la palabra (JANA) combinando los nombres de las dos, y la mitad de un corazón con imán que se pega a la otra mitad en la pulsera de su hermana, simbolizando el lazo de hermanas que las va a unir por siempre.
Y yo le obsequié un dije de leche materna en forma de corazón, para que siempre tenga en su corazón los recuerdos de esta etapa tan maravillosa que vivimos.
Después como cierre para mi, les hablé sobre todas las mujeres valiosas que me han acompañado en mi maternidad, y con fotos enseñé a 3 de ellas, Ingrid Broitman el ángel que salvó mi lactancia y me hizo creer que yo podía, además me inspiró a iniciar la formación para apoyar a otras mamás que como yo puedan sentirse solas y frustradas con las dificultades de la lactancia. Sonia Chaves Quirós, la super he***na en la defensa de mamás lactantes y los bebés, mujer que me ha inspirado a ser valiente y luchar por las lactancias desde la base del conocimiento y la ley. Y mi muy querida amiga Waleska Porras que ha sido mi maestra de la maternidad, de la lactancia, del acompañamiento, de la vida, siempre dispuesta a escucharme, consolarme y acompañarme cada vez que lo he necesitado. Con un girasol representando a cada una; ya que los girasoles buscan la luz del sol, pero se dice que en días oscuros los girasoles se buscan los unos a los otros, ellas son esas personas que me han dado su luz y su guía en los días oscuros.
Además recordamos a los bebés que tuve el honor de amamantar a pesar de no ser mis hijos, y a los que pude donar de mi leche, y recordamos a todas las mamás y bebés que he acompañado en este proceso desde hace 10 años, de los cuales he aprendido tanto. Y simbolizamos soplando un diente de león donde sus semillas se esparcen y pueden llegar a germinar, a todas las mamás que gracias a ese apoyo han logrado tener lactancias exitosas.
Luego mis dos hijas, mis más grandes maestras, me colocaron mi dije de leche materna, que tiene además nuestra foto de cuando hacíamos lactancia en tándem, agradeciendo 10 años de lactancia y cerrando esta tan hermosa para siempre.
Por último honrando nuestro linaje, le dimos un ramo de rosas a mi mamá, color rojo, que representa el amor, el más grande amor que pasa también de generación en generación, el amor maternal y de abuela que se multiplica y crece cada vez más, amor que protege, que sana, que transforma; agradeciéndole todo lo que sanó en su vida para sanarnos a nosotras y prometiéndole seguir sanando para nuestra descendencia.