13/08/2025
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Como madres, padres o cuidadores, nuestro papel no es solo proveer, sino ser un lugar seguro. Un espacio donde nuestros hijos sepan que pueden hablar, que serán escuchados y que sus palabras importan.
Cuando un niñ@ o adolescente siente que puede contarnos algo que le incomoda, que le da miedo o que no entiende, nos está entregando un acto profundo de confianza. Esa confianza es nuestra herramienta más poderosa para protegerlos.
Escuchar sin juzgar, creerles y actuar son pasos esenciales para prevenir y detener situaciones de riesgo. No minimicemos lo que nos cuentan ni lo dejemos pasar “hasta que sea más grave”. El malestar que expresan —aunque nos parezca “pequeño”— puede ser el inicio de algo que necesita atención inmediata.
La prevención comienza en casa, en las conversaciones diarias, en la mirada atenta, en el “estoy aquí para ti, siempre”.
Hagamos que nuestros hijos sepan que no están solos, que somos su lugar seguro y que, pase lo que pase, su voz será escuchada y protegida.
Y bueno… del “profesor” ni hablar. Como docente que soy, me siento profundamente decepcionada y dolida de que alguien que ocupa un lugar de confianza y formación pueda vulnerar de esta manera la integridad de un estudiante.