30/06/2025
Las palabras tienen poder, y los insultos también son violencia.
A menudo, nos enfocamos en las agresiones físicas porque son más fáciles de identificar, pero las palabras también pueden dejar cicatrices profundas. Los insultos, las humillaciones y la violencia verbal no solo duelen en el momento, sino que pueden quedar grabados en nuestra mente, afectando nuestra autoestima, nuestra forma de relacionarnos con el mundo y nuestra paz interior.
La violencia emocional y verbal es real, y aunque no siempre se ve, sus efectos son devastadores. A veces, los golpes más fuertes no son los que dejan marcas físicas, sino los que se lanzan en forma de palabras hirientes que nos hacen cuestionar nuestra valía. Estas agresiones pueden corroer nuestra confianza, nuestra seguridad y nuestra capacidad para confiar en los demás.
El respeto y la empatía deben ser siempre la base de cualquier vínculo sano. Y aquí entra la clave: los límites. Los límites nos permiten proteger nuestro bienestar emocional y asegurar que nuestras relaciones se basen en el respeto mutuo.
Poner límites no es ser egoísta, es cuidar nuestra salud emocional. Si alguien cruza una línea, ya sea con comentarios hirientes, insultos o agresiones verbales, es fundamental poder decir “esto no es aceptable” y poner freno a esa conducta. Los vínculos sanos se construyen cuando ambas partes se sienten seguras, respetadas y valoradas, y eso solo es posible cuando sabemos poner límites claros y firmes.
Los límites son la mejor manera de protegernos de la violencia emocional.
Nadie merece ser tratado con desprecio, ni verbal ni emocionalmente. Si te encontrás en una situación donde las palabras duelen, recordá que podés y tenés derecho a poner límites. No tenés que permitir que te hagan sentir menos por lo que dicen.
¿Estás cuidando tus límites en tus relaciones? Te leo por acá o en stories. 💙
Un abracito,
Eu 🧘🏼♀️🫀🧠✨