
25/07/2023
El buen uso del lenguaje médico en la traducción especializada
Los traductores médicos deben conocer el verdadero significado de cada término que van a utilizar para brindar un producto terminado de calidad. El uso correcto de los términos o vocablos permitirá una mejor comprensión de las ideas y facilitará la comunicación con mayor exactitud y fluidez.
Cuando se usa una palabra por otra o se le da un significado o
sentido que le es ajeno, se incurre en un error peligroso, que puede atentar contra la precisión y la exactitud de lo que se quiere expresar.
Las ciencias médicas tienen un gran desarrollo en el ámbito internacional, y los médicos no pueden estar ajenos a
esos progresos, tampoco los traductores especializados, ya que los avances en las ciencias implican la creación de nuevos términos y conceptos.
Muchos de los nuevos términos que se cran son del inglés y del francés, y los médicos de habla hispana son dados a recurrir a extranjerismos para denominar determinados conceptos relacionados con los diagnósticos, los tratamientos y la curación de las enfermedades, pero los traductores también se dejan llevar por la influencia del idioma extranjero y entonces echan mano a los extranjerismos, porque piensan que con ello
demuestran poseer más conocimiento e información.
Es cierto que ninguna lengua carece de préstamos léxicos y el
español es un ejemplo de eso, porque ha hecho suyos numerosos
vocablos procedentes del árabe, el italiano, el francés, el
inglés, el alemán y hasta de lenguas indoamericanas.
El préstamo responde casi siempre a una necesidad específica de
la comunicación pero, si esa necesidad no existe, el préstamo en
lugar de enriquecer el vocabulario, limita las posibilidades de la correcta expresión en la lengua materna.
El préstamo para que tenga valor tienen que satisfacer una necesidad de comunicación, y en reiteradas ocasiones en el texto médico no solo se aprecia el abuso de términos extranjeros, sino de determinadas voces españolas a las que se les asigna carácter de tecnoléxico sin tenerlo, y otras que no tienen el significado que se les adjudica.
No hay que ser especialistas en asuntos del idioma para saber que
las personas modifican intencionalmente su forma de hablar -unas
más, otras menos- según el medio en que se encuentran.
No es menos cierto que hay recursos convenientes en el lenguaje hablado que a nadie se le ocurriría utilizar cuando escribe, y viceversa, hay elementos propios de la lengua escrita que si se utilizan en la conversación cotidiana sonarían mal en los oídos de las personas que escuchan.
Es obligación de quienes tienen mayor visión de estos problemas, sobre todo los profesionales y quienes publican artículos y otros tipos de trabajos científicos, expresarse con la mayor corrección posible.
Ciertamente, esos hábitos a veces son difíciles de evitar, pero
quien escribe o traduce, sobre todo si se trata de textos
científicos, debe ser celoso y vigilante en este sentido. Existen
términos que, aunque los usemos en el lenguaje oral, no debemos
permitir que aparezcan en artículos científicos, en traducciones o en ponencias.
Llama mucho la atención ver que muchos científicos
hispanohablantes, a pesar de serlo, gustan de emplear palabras de origen inglés en sus trabajos. Se cree que esto se debe a que
siempre puede haber quien considere que el término inglés tiene más prestigio, es más científico que el vocablo español o, simplemente, que el término español no tiene la equivalencia exacta que denota el vocablo inglés. Esto ocurre con frecuencia, porque hay quien considera que el idiioma español no es apto para el lenguaje científico. Ello significa desconocer, no solo la realidad lingüística de nuestro idioma, sino también la del inglés, puesto que en cualquier diccionario se puede comprobar la gran cantidad de ejemplos que existen en los cuales los términos en inglés tienen su traducción al español y no hay que recurrir al término extranjero.
Existen muchas palabras propias de nuestro idioma español que son incorrectamente usadas en medicina por asignársele contenidos o significado que le son ajenos. Este fenómeno es provocado, generalmente, por la semejanza formal de términos en español con voces de otros idiomas, por ejemplo, injuria del inglés injury; errores, de errors; manejo, de manage; evento, de event para los cuales tenemos los vocablos españoles lesión/daño, trastornos, cuidado/maniobra, accidente/circunstancia, respectivamente.
Se puede afirmar que no hay razón ninguna para usar términos
ingleses o de otros idiomas e incurrir así en errores tanto en las traducciones como en los trabajos que se publican en idioma español, si tenemos vocablos propios, que son tan válidos y correctos desde el punto de vista cintífico y del idioma español.
Un traductor especializado en cualquier rama de la ciencia, la técnica, la cultura o la sociología tiene que estar muy bien preparado tanto en la lengua materna como en la lengua extranjera y tener conocimientos de la especialidad que va a traducir.
En el caso específico de la medicina, especialidad en la que la
terminología se basa en étimos latinos y griegos, el traductor
debe tener un elevado nivel de conocimiento general.