21/04/2025
Ansiedad: vivir con un corazón que corre sin razón
La ansiedad no siempre grita, a veces susurra. Se disfraza de cansancio, de olvido, de “estoy bien” cuando por dentro todo duele. Vivir con ansiedad es despertar con el pecho apretado sin saber por qué, es tener mil pensamientos que chocan entre sí como una tormenta en bucle. Es sentir que algo malo va a pasar... aunque no pase nada. Es no encontrar descanso ni en el silencio, ni en la noche.
Los síntomas son tantos como personas la sufren: insomnio, taquicardia, sensación de ahogo, nudos en el estómago, hipersensibilidad, irritabilidad, miedo sin rostro. Y a veces, lo más difícil no es la ansiedad en sí, sino la incomprensión. Esa apatía del entorno, esos “no es para tanto”, los “échale ganas”, como si la ansiedad fuera un simple interruptor que uno puede apagar.
Y no, no se apaga. Pero sí se aprende a caminar con ella.
Y no tienes que hacerlo sol@.
Las redes de apoyo lo cambian todo. Porque cuando alguien te escucha sin juzgarte, cuando te tiende la mano sin necesidad de entenderlo todo, el peso se reparte. La ansiedad sigue ahí, pero ya no es tan asfixiante. Encontrar tu tribu, tu espacio seguro, tu alguien que te diga "te creo, estoy aquí", puede marcar la diferencia entre hundirte y sanar.
Sanar no es una línea recta, es un camino lleno de pasos pequeños. A veces retrocedes, a veces avanzas sin darte cuenta. Pero si tienes una red que te sostenga cuando te tambaleas, todo se vuelve un poco más liviano. Terapia, respiración consciente, escribir, hablar, llorar, meditar, abrazarte... y dejarte abrazar también.
La ansiedad no define quién eres. Es una parte, pero no el todo. Eres también las veces que te levantaste aunque no tenías fuerzas, las sonrisas que diste en medio del caos, la esperanza que, aunque frágil, sigue encendida. Y los lazos que te sostienen cuando no puedes sola.
No estás rot@. Estás sintiendo. Estás viviendo. Estás aprendiendo a sostenerte… y a dejarte sostener. Eso también es valentía.