27/10/2025
El joven que se vestía de traje para ir a limpiar baños.
El primer día que llegué con traje a limpiar los baños del centro comercial, don Mario casi se atraganta con su café.
—¿Qué haces, muchacho?
¿Te confundiste de edificio?
Las oficinas corporativas están en el piso 20.
Me ajusté la corbata y saqué mis guantes de goma del maletín.
—No me confundí, don Mario.
Aquí trabajo.!
—Pero...
—sus ojos iban de mi corbata perfectamente anudada a la cubeta en el suelo
— ¿vas a limpiar... así vestido?
—Así vestido —confirmé, arremangándome las mangas de la camisa con cuidado.
La noticia corrió como pólvora.
Para el mediodía, medio centro comercial había pasado "casualmente" por los baños del tercer piso.
Algunos me miraban con lástima, otros con burla.
Escuché los murmullos:
"Pobre chico",
"Qué desperdicio",
"Seguro estudió y mira dónde terminó".
La gerente, la señora Campos, me mandó llamar a la semana.
—Mira, eh...
—revisó mi nombre en la tablet
— Miguel.
Los clientes se quejan.
Dicen que es incómodo.
Que parece que estás... no sé, burlándote de nuestra empresa.!?
Me quedé en silencio un momento, mirándola directamente.
—Señora Campos,
¿los baños están limpios?
—Bueno, sí, impecables, de hecho eres el mejor que...
—¿Llegué tarde alguna vez?
—No, pero...
—¿Trato mal a alguien?
—No es eso, Miguel.
Es que... la gente no entiende.
Un traje para limpiar baños, es..es raro.
Me incliné hacia adelante.
—Mi papá limpiaba baños.
Veinte años con el mismo overol gastado, viniendo a casa oliendo a cloro, escondiéndose cuando veía a alguien conocido en la calle.
Murió avergonzado de su trabajo.
Mi mamá me dijo en su funeral:
"Nunca dejes que un trabajo te haga sentir menos que los demás".
La señora Campos parpadeó.
—El traje no es para ustedes
—continué
—. Es para mí.
Cada mañana me miro al espejo y me recuerdo que soy alguien.!
Que este trabajo no me define, pero mi actitud sí.
Limpio baños, sí.
Pero lo hago con excelencia.
Con dignidad.
Como si fuera el trabajo más importante del mundo, porque durante estas ocho horas, para mí lo es.!
Ella guardó silencio, luego asintió lentamente.
—Entiendo.
Pero ¿por qué no buscas algo... mejor?
Sonreí.
—Estoy en la universidad nocturna, señora Campos.
Arquitectura.
Pero mientras tanto, necesito comer y llevar algo a mi casa.
Y si voy a limpiar, voy a hacerlo como el profesional que soy, no como la víctima que la gente quiere que sea.
Pasaron los meses.
Un día, un hombre de unos cincuenta años me detuvo en el pasillo.
Traje caro, reloj que costaba más que mi salario anual.
—Disculpa, ¿tú eres el chico del traje?
—Soy Miguel, señor.!
—Te he observado.
Tres meses viniendo a este centro comercial y siempre te veo.
Siempre impecable, siempre con una sonrisa, siempre profesional.
—Sacó una tarjeta de su bolsillo
—. Soy constructor.
Necesito gente así en mi empresa.
Gente que entienda que la actitud lo es todo.!
Llámame cuando te gradúes. ..o antes, si quieres trabajar medio tiempo en algo mejor.!
Tomé la tarjeta con manos temblorosas.
Esa noche, don Mario se sentó conmigo en mi descanso.
—Sabes, al principio pensé que estabas loco.
Ahora entiendo.
Les mostraste a todos, muchacho.
—No, don Mario —dije, limpiando una mancha imaginaria de mi zapato
—. No se trata de mostrarle nada a nadie.
Se trata de mostrarme a mí mismo que merezco respeto.
Que todos merecemos respeto, sin importar qué hacemos.
Don Mario sonrió y levantó su termo de café.
—Por eso sigues usando el traje.
—Por eso sigo usando el traje
—confirmé, chocando mi botella de agua contra su termo.
Porque mi padre tenía razón en algo que nunca se atrevió a decir en voz alta:
No hay trabajo pequeño cuando se hace con grandeza.! ?
Y la grandeza no está en lo que haces, sino ..en cómo lo haces.!
.o como decía "Magila Gorila";
"Un buen pintor nunca se mancha"
Lo bajé de la red.