11/04/2025
Para muchas personas, creer es una forma de resistir, encontrar sentido y seguir adelante. En momentos de tragedia muchas personas recurren a Dios o caen en el error de juzgar desde la religión.
Ante el dolor, el miedo o la pérdida, nuestro cerebro necesita encontrar sentido. En culturas profundamente religiosas como la nuestra, lo más accesible suele ser atribuir lo sucedido a una voluntad divina: “Dios me salvó porque me ama”, “eso pasó por andar en fiesta”, “fue un castigo” "murió sin tener a Dios en su corazón".
Desde la psicología, entendemos esto como una forma de afrontamiento espiritual. No siempre es racional, pero sí humano: buscamos consuelo, seguridad o una explicación que calme el caos emocional.
Sin embargo, cuidado con moralizar el sufrimiento. Decir que unos “murieron por pecadores” y otros “fueron salvos por ser buenos” puede ser profundamente injusto y doloroso para quienes están atravesando una pérdida.
En lugar de juzgar, abracemos el duelo con respeto, empatía y compasión. Todos somos vulnerables. Todos merecemos ser acompañados con amor, no con culpa.
La espiritualidad puede sanar. El juicio, no.