26/03/2023
Hace algunos años, una mujer llamada Sarah estaba atravesando un momento difícil en su vida. Había perdido a su esposo en un accidente automovilístico y estaba lidiando con la tristeza y el dolor de su pérdida. A pesar de haber recibido apoyo de amigos y familiares, Sarah sentía que algo le faltaba y buscaba algo más para ayudarla a sanar.
Un día, una amiga le habló del Reiki y cómo la técnica había ayudado a su propia madre a superar una enfermedad. Intrigada, Sarah decidió investigar más sobre el Reiki y asistir a una sesión con un practicante local.
Durante la sesión, Sarah se sintió profundamente relajada y notó una sensación de calma en su cuerpo y su mente. Al final de la sesión, se dio cuenta de que el Reiki había ayudado a liberar algunos de los bloqueos emocionales que había estado experimentando desde la muerte de su esposo.
Animada por los resultados, Sarah decidió aprender el Reiki por su cuenta y se convirtió en una practicante de la técnica. A medida que se adentraba en su práctica, descubrió que el Reiki no solo la ayudaba a sanar sus propias emociones, sino que también podía ayudar a otros.
Un día, Sarah recibió una llamada de su amiga, informándole que su madre estaba en el hospital y se encontraba muy enferma. Sarah inmediatamente se ofreció para ir al hospital y aplicar Reiki a su amiga. Después de algunas sesiones de Reiki, la madre de su amiga comenzó a mejorar y, finalmente, se recuperó por completo.
A partir de ese momento, Sarah se dio cuenta de que el Reiki no solo podía ayudarla a ella, sino que también podía hacer una diferencia en la vida de los demás. Continuó practicando el Reiki y compartiéndolo con quienes la rodeaban, y se sintió más conectada y en paz consigo misma y con el mundo que la rodeaba.