17/11/2025
Durante miles de años, la cirugía se trató de las manos. Manos firmes. Manos hábiles. Manos que podían cortar y coser, manos que llevaban tanto precisión como coraje.
Mira a un cirujano trabajar, y se hace fácil pensar que la magia vive en las manos.
El bisturí. Los movimientos constantes. La elegante coreografía de tejido y acero. Esa es la parte que la gente puede ver. Sin embargo, la cirugía siempre ha sido más que mecánica.
Aquí está la verdad silente: la cirugía es una tarea cognitiva, implementada a través de las manos.
La cirugía real comienza mucho antes de la incisión. Se trata de juicio. Se trata de saber cuándo intervenir, cuánto arriesgar, cuándo detenerse. Se trata de mezclar ciencia con arte, precisión con moderación. Vive en la toma de decisiones; la elección de cómo acercarse, cuándo pivotar y cuándo no operar en absoluto.
Vive en el juicio que no puede ser enseñado por un algoritmo, y la responsabilidad que no se puede delegar a una máquina.
Un cirujano no solo corta. Un cirujano piensa y luego actúa.