09/09/2025
Como padres, hermanos o familiares, muchas veces hemos recurrido a la opción más fácil: calmar un berrinche o mantener ocupado a un niño entregándole un celular o una tablet. Lo hacemos buscando un momento para realizar otras actividades o, simplemente, para descansar.
Es comprensible, porque la crianza y el cuidado de los niños son tareas exigentes. Sin embargo, aunque esta práctica pueda brindar un respiro momentáneo, su uso excesivo puede afectar negativamente el desarrollo infantil.
No se trata de satanizar la tecnología ni los servicios que ofrecen estos dispositivos, sino de promover un uso responsable, equilibrado y con propósito educativo. Lo fundamental es que los niños y jóvenes comprendan que las pantallas no sustituyen la interacción humana ni el aprendizaje significativo.
Más allá de las palabras o advertencias, el ejemplo es la mejor enseñanza: apagar los dispositivos, dedicar tiempo de calidad en familia, conversar, jugar o salir a practicar deporte. Estas acciones no solo favorecen el desarrollo integral de los niños, sino que también fortalecen el vínculo familiar.