27/05/2025
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Para mi amado esposo,
Sé que hay días en los que el alma pesa,
en los que el silencio grita más que las palabras,
y el cansancio se cuela en cada rincón de tu ser.
Lo sé… y te veo.
Veo tus pasos firmes,
aunque por dentro tiemble el suelo.
Veo tus madrugadas calladas,
tus noches sin descanso,
tus pensamientos que no compartes
pero que hablan en tus ojos.
Te observo cuando, aun exhausto,
te levantas con dignidad
y abrazas el día
como quien cuida algo sagrado.
Llevas el mundo sobre los hombros,
y aun así, no sueltas la sonrisa.
Sigues de pie, sigues presente,
sigues siendo hogar.
Y yo…
yo te elijo.
Te elijo cada vez que la vida se pone cuesta arriba.
Te elijo en los días buenos
y también en los días que duelen.
Te elijo porque tu esencia
es luz, raíz, refugio.
Gracias, amor mío,
por sostenernos cuando nadie lo ve.
Por amar en voz baja,
por dar sin pedir,
por luchar sin quejarte.
Gracias por ser faro,
por ser fuerza,
por ser fe.
Eres el orgullo de esta familia,
nuestro ejemplo,
nuestro abrigo en la tormenta.
Y aunque no existan palabras que te alcancen,
que estas lleguen como un susurro al alma:
Te amamos con todo lo que somos.
Y siempre, siempre te elegiremos.