
23/09/2025
El estrés sostenido impacta directamente el cuerpo. Cuando vivimos con altos niveles de tensión, el sistema nervioso se mantiene en un estado de alerta constante, elevando hormonas como el cortisol. Este desbalance puede afectar funciones físicas que, en apariencia, no tendrían relación con las emociones: la caída del cabello, cambios en la piel o alteraciones en el sueño son respuestas del organismo que intentan protegernos, pero terminan generando más preocupación.
Desde la psicología, este fenómeno muestra la estrecha conexión entre mente y cuerpo. Lo que sentimos y pensamos influye en procesos biológicos profundos, recordándonos que atender nuestras emociones no es un lujo, sino una necesidad. Técnicas de manejo del estrés como la respiración consciente, la terapia cognitivo-conductual o la arteterapia ayudan a restablecer el equilibrio, demostrando que cuidar la salud emocional es clave para que el cuerpo recupere su calma.
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