
27/04/2025
🫀 “Doctor… su paciente no tiene corazón”
Esa fue la frase exacta —y absolutamente seria— que soltó el residente en la sala de lectura.
Y claro, todos lo miramos con cara de:
“¿Cómo que no tiene corazón?”
Era un hombre de 38 años.
Sin antecedentes graves.
Sin síntomas alarmantes.
Solo había venido por un chequeo de rutina… y un dolorcito torácico que no preocupaba mucho.
Le solicitamos una radiografía de tórax.
Y cuando la imagen apareció en pantalla, el desconcierto fue inmediato:
No había corazón.
Literalmente no se veía.
Ni un contorno. Ni una silueta. Nada.
— “¿Es otra imagen?”
— “¿Está mal rotada?”
— “¿Falló el equipo?”
Revisamos todo.
Y no, no había error.
Solo que el corazón no estaba donde debía estar.
⸻
Comenzó el protocolo diagnóstico.
Tomografía. Ecocardiograma. Estudio con contraste.
Y ahí apareció el misterio resuelto:
👉 Se trataba de una rara malformación congénita, donde el corazón, en lugar de estar centrado en el mediastino superior, se encontraba descendido, desplazado hacia la región inferior del tórax, casi tocando el diafragma.
Un hallazgo insólito… pero benigno.
Su corazón estaba sano.
Funcionando perfectamente.
Solo que… en un lugar poco habitual.
⸻
Cuando se lo contamos, se rió:
— “Bueno, ¡toda la vida me dijeron que no tenía corazón!
Ahora veo que solo estaba bien escondido.”
Y se fue así, tranquilo, con el mejor diagnóstico posible:
Todo bien. Solo una particularidad anatómica.
⸻
¿La enseñanza?
• En medicina, lo raro también es real.
• No todo lo que “no se ve”, está mal… a veces, solo está en otro lugar.
• Y siempre, siempre, hay que evaluar más allá de lo obvio.
⸻
Porque sí:
A veces el corazón no está donde lo esperamos…
pero está ahí, latiendo fuerte.