27/02/2024
(Neris Amelia Martínez Salazar), Juana Bacallao, o Mejor JUANA LA CUBANA.
No soy un artista, no soy un farandulero ni mucho menos un miembro del ministerio de cultura de Cuba, pero si un ferviente seguidor del quehacer cultural de los artistas cubanos que aun viven en el terruño y de la mayoría que lo hacen desde otras tierras. Soy simplemente un cubano que hace unos cuantos años(no importa ahora cuanto), dejo de vivir en la Isla y que hoy me tomo la libertad de decir algo, simplemente algo, unas pocas palabras de quien en vida fue la pequeña gigante JUANA BACALLAO.
Recuerdo cuando era una adolescente ver a Juana con su eterna peluca, sus labios exageradamente pintado, sus tacones altos, bien altos (que imagino pretendía ocultar su baja estatura) y sus llamativos vestidos, blusas o pantalones, según escogiera para ese día, desplazarse por la calle Neptuno, después de haberse incorporado a esta una vez abandonado Perseverancia.
La mirábamos, nos reíamos escondiendo el rostro, porque aquella pequeña mujer con todos aquellos maquillajes y su forma llamativa de vestir, caminaba con la vista fija solo adelante y le cantaba las mil y quinientas a quien osara hacerle algún comentario .o algún gesto de burla.
Recuerdo su llamativo caminar, sus rítmicos movimientos que le impregnaban una autenticidad única, muy a pesar de aquellos extremadamente altos tacones, aquellos zapatos que parecían un par de sancos, y que con una destreza única sorteaba las irregularidades de la acera.
Muchas veces la vi detenerse en la parada de la Guagua en Neptuno entre Perseverancia y Lealtad, esperando la ruta 27 o la 64 para acudir al ICRT, y me preguntaba como era posible que aquella mujer con todo aquello que llevaba puesto en su anatomía podía caminar como lo hacia y como con aquella facilidad montaba en las guaguas, única, era única Juana, Juana la cubana, Juana la de Centro Habana, Juana la que cantaba, gritaba, hacia reir, hacia reflexionar y no tenia pelos en la lengua para decir sus verdades.
Cuando comence mi etapa universitaria coinsidi muchas veces con Juana en la Guagua. Viajaba con todos, saludaba a todo aquel que la saludaba, siempre a distancia y poco a poco me fui dando cuenta que lo hacia para no despeinar su amplisima cabellera (postiza, digo peluca). Muy pocas veces la vi sentarse, así cuidaba no arrugar su vestimenta y desprendía un exagerado olor a no se que perfume, pero olía claro que si olía a lo grande, como grande fue, como grande seguirá siendo.
Hace unos meses vi unas imágenes televisivas de Juana y me preguntaba como era posible que con algo mas de 90 años estuviese tan lucida, aun conservara esa voz, ese chillido que unas cuantas veces le escuche en el barrio, esa energía de moverse y esas ganas de llevar aun tantas cosas en su anatomía que solo a ella se le permitía llevar, para exaltar su figura, para hacerle notar su singularidad, su autentisidad.
Se ha ido físicamente Neris Amelia Martínez Salazar, pero no se ha ido, no se ira nunca de aquellos que tuvimos la dicha, la suerte, el beneplácito y la fortuna de conocer a JUANA BACALLAO.
El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus obras. Jose Marti.