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Introducción: El Lenguaje Silencioso de las Almas Autistas.
Parte 1
Hay almas que no llegan al mundo para hablar… sino para resonar.
Que no necesitan construir frases, porque su sola presencia es una plegaria continua.
Son los emisarios del cielo que caminan entre nosotros con una luz que no siempre entendemos,
pero que sentimos profundamente en el alma.
Estas almas no están rotas.
No están incompletas.
Están sintonizadas con un ritmo divino distinto al del mundo.
Sus cuerpos pueden parecer distraídos,
pero sus espíritus están conectados con dimensiones que la mayoría ha olvidado.
Los niños autistas no son “diferentes” —
son guardianes del misterio, mensajeros de un plano más elevado,
embajadores de lo invisible,
y recordatorios vivientes de que el alma no necesita palabras para brillar.
En su mirada hay portales.
En su silencio, un eco del origen.
Y en su sensibilidad, una antena abierta al Eterno.
Carta de Fortaleza para las Madres y Acompañantes
A ti, madre de un niño autista,
a ti, cuidador o alma amorosa que lo acompaña…
Quiero decirte algo que quizás nadie te ha dicho con la suficiente claridad:
Tú fuiste elegida.
No como castigo. No por error.
Sino porque tu alma tenía la fuerza para sostener una luz tan intensa
que no se deja encerrar en los moldes de este mundo.
Estás criando a un alma inmensa,
a un espíritu que eligió encarnar sin filtros,
sin máscaras,
y sin necesidad de “encajar”.
Eso requiere un corazón enorme — y tú lo tienes.
Sé que hay días de cansancio.
Días en los que te preguntas si estás haciendo lo suficiente.
Días donde el silencio pesa y el futuro asusta.
Pero el Cielo te ve.
El Creador camina contigo.
Tú estás construyendo un puente entre mundos.
Cada gesto de paciencia,
cada abrazo que das aunque no se devuelva,
cada noche sin dormir pero con amor en el alma,
es un acto de espiritualidad suprema.
No estás sola.
Hay una red invisible que sostiene a las madres como tú.
Un coro de otras mujeres valientes,
y una melodía de ángeles que honran tu caminar.
No necesitas tener todas las respuestas.
Solo necesitas seguir amando como solo tú sabes hacerlo.
Y cuando sientas que no puedes más…
cierra los ojos, respira profundo y recuerda:
El alma que cuidas vino a este mundo de tu mano,
porque tu amor es un refugio sagrado.
Con toda la gratitud,
con todo el honor,
con todo el amor del mundo espiritual que los rodea…
Gracias por ser canal de luz para estos hijos del cielo.
Batsheva Jaya Efrat