Unidad de Sobrepeso, Obesidad y Enfermedades Metabólicas Neuro-Salud

Unidad de Sobrepeso, Obesidad y Enfermedades Metabólicas Neuro-Salud Centro especializado en sobrepeso, obesidad y enfermedades metabolicas

14/08/2025

Explorando los fenotipos de obesidad junto con sus características metabólicas y corporales.

Independientemente del IMC, la disfunción del tejido adiposo y la lipotoxicidad por acumulación de grasa ectópica, son los eventos de base que propician el desorden metabólico y el riesgo para desarrollar una enfermedad crónica.

Fenotipo MUNO/MONW: Expresado como obesidad metabólica con peso o IMC normal. Se caracteriza por un IMC menor de 25, hay disfunción del tejido adiposo con la presencia de anomalías metabólicas como resistencia a la insulina, dislipidemia e hipertensión. El riesgo de diabetes y enfermedad cardiovascular es significativo.

Fenotipo MUO: Expresado como obesidad patológica o clínica. Se caracteriza por un IMC mayor de 30 kg/m² con elevada proporción de grasa visceral. El tejido adiposo exhibe baja capacidad de almacenamiento, propiciando la acumulación ectópica de grasa. Hay anomalías metabólicas y este fenotipo conlleva mayor riesgo de desarrollar diabetes y enfermedad cardiovascular en comparación con otros fenotipos de obesidad, debido a la combinación de sobreadiposidad y disfunción metabólica.

Fenotipo MHO: Expresado como obesidad metabólicamente sana o preclínica. Se caracteriza por un IMC mayor de 30 kg/m², con un tejido adiposo que aún mantiene su capacidad de almacenamiento, previniendo el cúmulo de grasa ectópica y la presencia de anomalías metabólicas. No está de más mencionar que, en cuanto el tejido adiposo pierda su función, habrá transición a un estado patológico; no hay que confiarse.

Mann, V., Sundaresan, A. y Shishodia, S. (2024). Sobrenutrición y lipotoxicidad
https://www.mdpi.com/2079-7737/13/4/241

24/06/2025

Type 2 diabetes affects up to 14% of the global population and is associated with preventable long-term complications.

This Review discusses the diagnosis, treatment, and prognosis of adults with type 2 .



https://ja.ma/4lgol1u

18/06/2025

Obesity was first recognised as a disease by WHO in 1948, and more recently also by several medical societies and countries.

The idea of obesity as a standalone disease entity, however, remains controversial—both within and beyond the medical community.

What are the implications for clinical practice, public health, and society?

A Commission report in The Lancet Diabetes & Endocrinology explores the definition and diagnostic criteria of clinical obesity. Find out more in the comments 💬

Figure: Illness is the missing piece in the traditional framing of obesity

24/10/2024

The importance of skeletal muscle mass is increasingly being recognised in the medical field.

For patients with type 2 diabetes who need medical assistance with weight loss with GLP-1 receptor agonists, this may have potentially damaging effects on skeletal muscle.

A recent Comment discusses the effects of GLP-1 receptor agonists on skeletal muscle mass: https://hubs.li/Q02VDjmt0

👇 Figure: Selected key roles of skeletal muscle as a structural versus metabolic organ.

30/08/2024
28/08/2024

The diet–microbiota–gut–brain axis

It is been well documented that poor diet may lead to cognitive dysfunction, while healthy diet supports mood and cognitive performance.

The microorganisms within the gastrointestinal tract communicate with the brain along the gut–brain axis and the composition and function of the gut microbiota is robustly influenced by dietary factors to alter gut–brain signalling. The researchers propose that a diet–microbiota–gut–brain axis to underpin health and well-being.

In this review, they provide a comprehensive overview of the interplay between diet and gut microbiota composition and function and the implications for cognition and emotional functioning. The researchers also describe how diet effects the gut microbiota and may modulate neuropsychiatric disorders.

https://www.nature.com/articles/s42255-024-01108-6

13/07/2024

Most viewed in the last 7 days from JAMA Surgery: Does Roux-en-Y gastric bypass affect cardiovascular risk factors independent of caloric restriction and weight loss?

https://ja.ma/3Ljy3jZ

03/07/2024
03/07/2024

Revisa nuestra opinión “¿Son inflamatorios los lácteos?”, por Byron Herrera H. . ingresa aquí 👉 En nuestra consulta de Nutrición, escuchamos muchas dudas sobre la realidad de los lácteos. Parece mentira que todavía queden dudas acerca de los lácteos, pero lo cierto es que los mitos corren como la pólvora.
Para eso estamos nosotros aquí. Como profesionales de la nutrición nuestra misión es ayudaros, queremos sacaros de dudas para que no vuelvan a tener que seguir contando lo que escuchaste “por ahí”.
MITO Nº1:
“MEJOR DESNATADOS QUE ENTEROS”
Como siempre decimos hay que estudiar los casos de manera individual, pero como norma general, la evidencia científica no apoya este mito. Tomar lácteos enteros como los yogures o quesos puede ayudarnos a combatir ciertas deficiencias nutricionales.
Cuando un lácteo es desnatado, además de eliminar parte de su contenido graso desaparecen también nutrientes tan importantes como la vitamina D o el calcio, por lo que concluimos que un lácteo entero es más nutritivo que un desnatado.
MITO Nº2:
LOS LÁCTEOS SON IMPRESCINDIBLES PARA VIVIR
No tienen nutrientes que no los podamos encontrar en otros alimentos, por lo que NO son imprescindibles para vivir. Es cierto que tienen una composición nutricional muy interesante y tienen una densidad calórica elevada (en pequeñas cantidades nos aportan muchos nutrientes), pero ni con esas son alimentos vitales para vivir.
El calcio es un mineral que lo encontramos con gran biodisponibilidad en los lácteos pero también podemos encontrarlo en alimentos como pescados pequeños (sardinas), en legumbres, frutos secos, por ejemplo.
MITO Nº3:
“LOS LÁCTEOS PRODUCEN MOCO”
Es uno de los mitos que más podemos escuchar a nuestro alrededor. De hecho, muchos han sido los estudios que han intentado sacarle conclusión a esta creencia tan popular, pero
“Los lácteos son pro inflamatorios” NO. De hecho, lácteos fermentados como el propio queso o yogur podrían tener incluso propiedades antiinflamatorias en personas sanas. Respecto a la leche, un reciente meta análisis concluyó que los beneficios del consumo de este alimento superan en gran medida a los posibles riesgos (si los hay).
“Los lácteos generan moco y acné” Son distintos los estudios que han examinado la validez de esta creencia concluyendo que no hay evidencia que avale la producción de moco en personas SANAS. Sobre el acné hay más debate, aunque es complicado posicionarse ya que la mayor parte de estudios no tienen en cuenta la calidad de los lácteos consumidos ni el patrón o frecuencia en el que se consumen. En cuanto al tipo de lácteo concreto, la leche si se relaciona con el acné (sobre todo, entre los mayores consumidores), pero no otros lácteos fermentados como el yogurt. De hecho, pueden ser hasta beneficiosos para la salud de la piel.
“Los intolerantes a la lactosa no pueden tomar ningún lácteo” NO ya que el umbral de tolerancia a la lactosa es muy individual. Muchas personas deciden eliminar los lácteos de su dieta cuando posiblemente se habrían beneficiado de reducir su cantidad: la mayoría toleran hasta 12g de lactosa al día en una única toma sin síntomas; pudiendo ser incluso algo más cuando la dosis se fragmenta. Por supuesto, no debe confundirse intolerancia a la lactosa con alergia a la proteína láctea. En este último caso, la eliminación SÍ es obligatoria.
De forma general, muchas creencias erróneas sobre los lácteos vienen de extrapolar resultados obtenidos en estudios realizados en distintas poblaciones (personas sanas, personas con distintas patologías, personas con distintos factores de riesgo) o incluso extrapolar resultados de distintos estudios sin tener en cuenta las limitaciones de estos. Por tanto, debe tenerse cuidado en estos aspectos sin olvidar tampoco que pueden existir conflictos de interés que afecten de alguna forma a los resultados o a la interpretación de los mismos.

11/06/2024

Revisa nuestra opinión “21 días para cambiar de hábitos alimentarios”por Byron Herrera H. ingresa aquí 👉 ¿Por qué nos cuesta cambiar de hábitos alimentarios? Y es que, aunque todos sabemos que lo que comemos repercute directamente en nuestro bienestar, no siempre nos damos cuenta del verdadero potencial de una buena nutrición y no siempre conseguimos esos cambios que deseamos.
Comer no es solo ingerir alimentos para nutrirnos, sino que tiene muchas connotaciones en nuestra historia evolutiva y personal que hacen que no sea tan fácil cambiar si no existe una motivación muy potente. Comer tiene una dimensión cultural y social importantísima, pero también educacional y emocional y, por si eso no fuera poco, también estamos condicionados por nuestra biología.
Empecemos por el principio. Estamos diseñados para que tengamos más afinidad por los alimentos calóricos, simplemente por una cuestión de supervivencia, si hay poca disponibilidad lo más seguro es escoger aquello más calórico, por eso instintivamente no vamos a escoger algo como un plato de lechuga. Pero, además, vivimos en un contexto cultural y social que ha marcado nuestra forma de comer y los platos que hemos aprendido a elaborar o a apreciar. Y en lo educacional influyen enormemente factores como si en casa se comía verduras y frutas o no demasiado, si nos enseñaron a comer de todo, si los platos se servían muy llenos o no tanto, si nos daban premios comestibles por un mal día, si se celebraba habitualmente con productos dulces que deleitaban nuestros paladares, etc. Y, por si fuera poco, tenemos también, toda la parte emocional y de perfil psicológico del comer de cada uno de nosotros. Puede ser que tengamos tendencia a compensar lo que nos pasa comiendo pues eso nos genera cierto placer momentáneo que nos ayuda, o puede ser que seamos hedónicos y nos encante buscar ese disfrute en la comida o, por el contrario, puede que seamos más estrictos y que comamos solo lo que realmente consideremos necesario. Así que cambiar la forma de comer de una persona no es habitualmente fácil.
Por otro lado, en la actualidad, la cantidad de estudios que asocian nuestra dieta con un mejor o peor estado de salud son prácticamente innumerables. Sabemos, por ejemplo, que una dieta basada en vegetales con abundantes frutas y verduras aporta grandes beneficios que son aún mayores si estos alimentos son ecológicos y de temporada. Es importante que aporte una buena cantidad de vitaminas, minerales, fibras, grasas saludables, proteínas y que sea ajustada en grasas en su conjunto, pero sobre todo en grasas saturadas y lo más mínima en azúcares añadidos y alimentos ultraprocesados. También sabemos cada vez más lo importante de evitar otras sustancias como los pesticidas, los metales pesados o los antibióticos. Esto lo sabe la ciencia y cada vez somos más los consumidores que tenemos claro que nos queremos cuidar, sin embargo, a veces el día a día y algunas circunstancias boicotean nuestros buenos propósitos.
Y es que vivimos en un entorno poco favorable para cuidarnos, poco favorable para la comida saludable, para el descanso y para la actividad física, pero, aun así, podemos hacerlo, a veces solo necesitamos unas cuántas ideas y un método o una organización para hacer los cambios que necesitamos.
Por eso, de la teoría del comer saludable a la práctica hay todo un mundo y de esto nos habla actualmente la neurociencia. El comportamiento alimentario y la toma de decisiones relacionadas con los alimentos se encuentran entre las más complejas conductas. El acto de comer suele ser iniciado por un estado de déficit energético fisiológico, el hambre, o por un deseo de comida, búsqueda de placer o recompensa. Hay otros mecanismos, como la saciedad, que nos ayudan a saber cuándo dejar de comer y todo esto orquestado por multitud de señales que involucran al cerebro y a otros órganos como el intestino y que están influenciadas por lo que comemos y por cómo comemos. Por ejemplo, estas señales no se activan adecuada mente cuando comemos rápido y en poco tiempo, así que comiendo deprisa es difícil saciarse. Actualmente se considera muy importante entender la neurobiología del comportamiento alimentario y su dinámica para el avance de las ciencias nutricionales y la salud pública, pues de nada sirve que nos digan qué tenemos que hacer si no nos ayudan en el “cómo”. Estudios en humanos y también en animales ponen de manifiesto que nuestras elecciones en el comer dependerán de muchos factores, de experiencias pasadas y actuales, del entorno, de la etapa vital en la que estemos y también de nuestro estado de salud.
Aunque no tan actual, William James (1842-1910) un filósofo y psicólogo estadounidense de la Universidad de Harvard, creó un principio muy acorde a todo este tema: “para crear, cambiar o romper un hábito, uno tiene que realizarlo durante 21 días pues pasado ese tiempo, la acción quedará interiorizada y funcionará de manera automática”. Es algo que también nos explica la neurociencia, debemos favorecer ese entrenamiento con conductas nuevas para que nuestro cerebro pueda asimilar los cambios de forma gradual y los incorpore en sus circuitos neuronales de funcionamiento normal olvidando las viejas costumbres. Y facilitar herramientas para hacer más fácil ese entrenamiento es importante, ayudar a las personas que quieren cambiar a organizarse en sus rutinas, a comprar y elegir mejor, a cocinar con ideas sencillas, etc. Todo para poder disfrutar de ese proceso de cambio y llegar a comer saludable sin esfuerzo y por verdadero placer, ¿puede haber algo mejor?

30/03/2024

Descubre la diferencia clave entre el hambre real y emocional con ACOCIB,

Hambre Real:
✨ Surge cuando el cuerpo necesita energía y nutrientes.
🤔 Se siente en el estómago con sensaciones físicas.
🔄 No es repentino, se desarrolla gradualmente.

Hambre Emocional:
😓 Relacionada con emociones como el estrés o la tristeza.
🧠 Se percibe como un antojo en la cabeza, no en el estómago.
🚀 Puede aparecer de repente, asociado a ciertos alimentos.

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