08/05/2025
MICROBIOTA INTOCABLE: LA ILUSIÓN DE CURAR MODULANDO LO QUE SOLO REFLEJA
Convertir al microbioma en el chivo expiatorio de todos los males modernos es el nuevo dogma de una medicina que necesita responsables fáciles y soluciones fermentadas.
Reducir el desequilibrio intestinal a una mera alteración microbiana equivale a ignorar que el microbioma es un sensor dinámico del estado neuroinmunometabólico.
La disbiosis refleja una disfunción upstream, en la señalización del eje CPF-límbico-HPA, marcada por alteraciones en la liberación de CRH, ACTH y cortisol, una activación mantenida del locus coeruleus y una persistencia de la respuesta simpática. Este entorno modula la secreción de IgA, la actividad de receptores toll-like, la densidad de las uniones estrechas intestinales (claudinas, ocludinas), y altera el gradiente de SCFAs y serotonina entérica. Así, el microbioma no es el origen, sino la consecuencia funcional de una biología alterada desde niveles superiores de integración.
El estrés crónico, cuando se vuelve parte del tono basal del organismo, interfiere con la modulación vagal colinérgica (RMSSD), reduce la capacidad autonómica (SDNN) y promueve una hiperactivación simpática que lateraliza el pensamiento, desvía recursos metabólicos y perturba la ritmicidad hormonal. Este patrón altera la secreción de inmunoglobulinas (IgA secretora), la motilidad, el flujo mesentérico y la permeabilidad intestinal. En consecuencia, el microbioma se adapta a este nuevo entorno inflamatorio, perdiendo diversidad y funcionalidad.
No es suficiente con recomendar probióticos o prebióticos. Si no se regula el tono del SNA y no se interviene sobre el sistema de creencias y el eje CPF-límbico, cualquier intervención nutricional será transitoria. La modulación del microbioma debe venir precedida por la evaluación de parámetros como la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV), el cociente respiratorio, la acidosis extracelular, el estado simpático basal y un análisis exhaustivo de los procesos inflamatorios sistémicos que condicionan la expresión inmunometabólica del entorno intestinal.
El uso de estrategias como el neurofeedback, el biofeedback respiratorio, el biofeedback funcional dirigido a la modulación de la matriz extracelular (MEC), junto con una planificación nutricional que contemple el PRAL, permite restablecer un entorno neuroinmunológico propicio para la recuperación espontánea de la microbiota. Solo entonces, y si está clínicamente indicado, puede considerarse la titulación de probióticos como una herramienta sinérgica, no como la enésima panacea con pretensiones de universalidad terapéutica.
EL INTESTINO NO ES EL ORIGEN DE LA ENFERMEDAD, SINO EL ESPEJO DE LA DESREGULACIÓN MULTISISTÉMICA.
Christian Randi
Nutricionista