18/05/2013
El profesor les ofreció café a sus alumnos, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más ecléctica: tazas de porcelana, plástico, vidrio, cristal, unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas. Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado. Cuando todos se sirvieron, el aestro se dirigió al grupo: “Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo”.
“Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café. En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos. Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás”… Ahora piensen en esto: La vida es el café.
Los trabajos, el dinero, la posición, etc., son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos. A menudo, por concentrarnos sólo en la taza, dejamos de disfrutar el café.
La gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo, sino la que hace lo mejor con lo que tiene.
Disfruta tu café!.