08/12/2025
Hoy recibí a Pame en el consultorio.
En su primera visita llegó después de varios años conviviendo con un dolor lumbar que se irradiaba a la pierna, causado por una hernia discal que explicaba exactamente sus síntomas.
Durante mucho tiempo había escuchado que la cirugía de columna “es muy peligrosa”, que “mejor no operarse”, que “tiene demasiados riesgos”. Ese temor es comprensible… y también muy común.
Pero cuando pudimos conversar con calma, revisar sus estudios y explicarle qué estaba pasando realmente —cómo la hernia comprimía su nervio, cuáles eran los riesgos reales de la cirugía y qué hacemos para minimizarlos— Pame tomó una decisión valiente: operarse para recuperar su calidad de vida.
La cirugía se realizó sin complicaciones y, al momento del alta, su dolor ya había mejorado notablemente.
Luego inició la rehabilitación, una parte clave para que estos pacientes recuperen su movilidad y fortaleza.
Hoy, dos meses después de su cirugía, volví a verla caminando sin dolor, activa y retomando su vida.
Esa es la parte más gratificante de esta profesión.
Sí, es cierto que toda cirugía implica riesgos, y en Neurocirugía tratamos estructuras muy delicadas: cerebro, médula, nervios.
Pero también es cierto que nos preparamos para hacerlo de la manera más segura posible: con técnicas de microcirugía, tecnología adecuada y un acompañamiento cercano en el posoperatorio.
A veces, con información clara y un tratamiento correcto, los pacientes pueden volver a vivir sin dolor… como Pame.