01/09/2024
La Historia de Santiago: El Poder del Lenguaje en el Neurodesarrollo
Érase una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Santiago. Desde muy joven, Santiago tenía una curiosidad innata por el mundo que lo rodeaba. Sin embargo, a diferencia de sus compañeros, Santiago luchaba por expresarse con palabras. A los dos años, mientras otros niños ya comenzaban a decir sus primeras frases, Santiago apenas lograba balbucear. Sus padres, preocupados, decidieron llevarlo al especialista para comprender por qué su pequeño tenía dificultades para hablar.
La neuropsicologa les explicó algo que cambiaría su perspectiva para siempre. Les habló sobre la importancia del lenguaje en el neurodesarrollo, cómo el cerebro de un niño, en sus primeros años, está en un estado de asombrosa plasticidad, moldeándose y creciendo con cada nueva experiencia y palabra. Las conexiones neuronales se desarrollan a un ritmo vertiginoso, y el lenguaje es una de las herramientas más poderosas para guiar este desarrollo.
El lenguaje, les dijo, no es solo un medio de comunicación; es la base del pensamiento, la herramienta que el cerebro utiliza para construir ideas, resolver problemas y entender el mundo. Pero cuando un niño como Santiago tiene dificultades con el habla, esas conexiones neuronales no se desarrollan de la misma manera. El cerebro lucha por crear los circuitos necesarios para el aprendizaje, la memoria y la atención. Esto puede llevar a un retraso en otras áreas del desarrollo, incluyendo la cognición y las habilidades sociales.
Verónica la neuropsicologa, también habló de la correlación entre las dificultades del habla y la discapacidad intelectual. Cuando un niño no puede expresar sus pensamientos y emociones, puede experimentar frustración, aislamiento y ansiedad. Si no se abordan adecuadamente, estas dificultades pueden contribuir a un retraso cognitivo, haciendo más difícil para el niño aprender y prosperar en el entorno escolar y social.
Pero la historia de Santiago no terminó ahí. Con el apoyo de sus padres, Santiago comenzó un programa de terapia del lenguaje intensiva. Aprendió a comunicarse, primero con señas, luego con palabras sencillas, y eventualmente con oraciones completas. A medida que su capacidad de lenguaje mejoraba, también lo hacía su capacidad para entender y aprender. Su cerebro, que antes luchaba, comenzó a formar nuevas conexiones, y Santiago empezó a florecer.
La historia de Santiago es un recordatorio del poder del lenguaje en el neurodesarrollo. Nos enseña que el habla es mucho más que palabras; es la puerta de entrada al aprendizaje, la clave para desbloquear el potencial intelectual y emocional de un niño. Y, sobre todo, nos muestra que con el apoyo adecuado, incluso los desafíos más grandes pueden superarse, permitiendo que cada niño, como Santiago, encuentre su voz y su lugar en el mundo.
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