29/11/2018
Un gran parecido a la realidad!
El tío Pepe se encontraba bien de salud, comía sanamente y practicaba deportes, hasta que su mujer, la tía Lupita, a instancias de sus hijos y del resto de la familia, le dijo:
- Pepe, ya vas a cumplir 80 años, es hora de que te hagas una revisión médica.
- ¿Y para qué?, si me siento muy bien.
- Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes bien.
Por eso el tío Pepe fue a consultar al médico.
El médico, con muy buen criterio, le mandó hacer exámenes y análisis de todo tipo. A los quince días, el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó Atorvastatina grageas para el colesterol, Losartán para el corazón y la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes, Polivitamínico para aumentar las defensas, Norvastatina para la presión, y Desloratadina para la alergia. Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, también le indicó Omeprazol y un Diurético para los edemas.
El tío Pepe fue a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación.
Al poco tiempo, no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia debía tomarlas antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón iban durante o al terminar las comidas, por eso volvió al médico...
Su doctor, luego de hacerle un pequeño fixture con las ingestas, lo notó un poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó Alprazolal, Sucedal para dormir, y Conexine para la memoria.
El tío Pepe, en lugar de mejorar, estaba cada día peor. Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no había momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla.
Tan mala suerte tuvo, que a los pocos días se resfrió y mi tía lo hizo acostar, como siempre; pero esta vez, además del té con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era nada, pero le recetó Tapsín para día y noche y Sanigrip con Efedrina para la gripe. Como le dió taquicardia, le agregó Atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gramo cada 12 horas por 10 días. Le salieron hongos y herpes y le indicaron Fluconol con Zovirax.
Para colmo, el tío Pepe se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se enteró de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas terribles. No sólo podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal y hepatica, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones mentales y un montón de cosas espantosas.
Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner. "Tranquilo Pepe, no se excite", le dijo el médico, mientras le hacía una nueva receta de Rivotril con un antidepresivo, Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le dieron Diclofenaco.
En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación iba a la farmacia y allí dejaba todo lo que recibía. Esto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos. Llegó un momento en que al pobre del tío Pepe las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.
Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió. Al entierro fueron todos, pero los que más lloraban eran su médico y el farmacéutico.
Aún hoy, mi tía Lupita afirma:
"¡Menos mal que lo mandé al médico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes!"
Nota: este e-mail me lo envió un amigo y no se sabe quién es su autor. Probablemente sea 100% verídico. Solo he cambiado los nombres originales por los de Pepe y Lupita, que son tan comunes como lo que ocurre cada día a nombre de la "prevención", que más bien se traduce como: "aniquilación" y que deja grandes dividendos económicos, a costa de la salud de millones de personas que hoy estuvieran sanas y haciendo su vida normalmente si un día no hubieran tenido la mala idea de acudir a hacerse un chequeo médico, aprovechando los grandes "avances" de la ciencia, de eso que llaman "medicina". O lo que es peor, que alguien los presione y les infunda el nivel de miedo suficiente con respecto a qué les puede pasar si no se "chequean" o pasan por revisiones "preventivas" con los médicos y su "avanzada tecnología para descubrir enfermedades".