31/10/2019
Lo mejor que he leído hoy: La muerte se asegura de que el éxito del Médico sea irreal!
EL MEDICO EXITOSO
Autor: Hugo A. Fiallos.
Ahhh, Ahí está otra vez, esa deliciosa sensación que da la adrenalina al fluir con violencia en el cuerpo: el corazón desbocado, la respiración agitada, el pulso firme, un solo movimiento y la aguja se desliza sin dificultad a través de la piel perforando la subclavia y alojándose cómodamente en ella. Un catéter central colocado sin complicaciones. Levantó la vista y vió el reloj: 45 segundos desde limpiar la piel hasta poner el último punto. Un éxito más!! Se volvió para ver la cara de admiración de sus residentes y..…se dió cuenta que estaba solo. Otra vez ese sueño recurrente de glorias pasadas, cuando era el intensivista brillante, aquel que causaba admiración por lo preciso de sus diagnósticos, por su serenidad ante el caos, por su frialdad ante las crisis; el médico que había servido de inspiración para que los médicos jóvenes se decidieran por estudiar medicina crítica. El que pasaba horas y horas metido en la UCI tratando, corrigiendo, aumentando, reduciendo, enseñando.
El médico al que no le importaba las horas ni el cansancio de las largas jornadas; aquel cuya vida era la vida de los pacientes que tenían la fortuna de ser atendidos por su persona. Ese mismo médico que ahora, en su vejez se encontraba en una habitación de la que había sido su casa durante los últimos 40 años; ese centro hospitalario donde todos lo trataban con admiración, respeto y cariño, pero que llegada la noche, le dejaban solo, acompañado únicamente por el monótono ruido del bip, bip, bip, del monitor cardíaco. Y entonces no pudo evitar pensar en todos sus éxitos, todos aquellos pacientes politraumatizados, aquellos heridos por balas, los diabéticos, los hipertensos, tantas y tantas vidas arrebatadas a la muerte en una cruel, dura y agotadora batalla, cuyos frutos estaba recogiendo ahora.
La muerte había ganado, a pesar de todos sus esfuerzos; ni un solo momento logró vencer a la muerte, y ahora sólo le quedaba esperar que viniese por el.
Pero la muerte recuerda y disfruta haciéndole sufrir, retrasando el momento de partir, en venganza por tantas y tantas vidas que le habían arrebatado en una cruel, dura y agotadora batalla.
Y, como la Muerte es la novia de la Vida, ésta también había tomado partido, quitándole al médico todo lo que mas amaba, engañándole, haciéndole ver espejismos, haciéndole creer que el dinero que entraba a raudales era mas importante que las madrugadas; que salvar una vida era mas importante que el abrazo de su esposa; que los reconocimientos de las distintas sociedades eran mas importantes a que lo reconocieran sus hijos. Y así, a €costa de desvelos, duras luchas contra las enfermedades, dedicación incansable al trabajo, fue perdiéndose en l€a bruma, hasta volverse una mancha difusa a los ojos de su esposa y un recuerdo borroso en la mente de sus hijos.
Si; era indudable que tendría un funeral impresionante; hasta las autoridades del gobierno de turno estarían ahí; el colegio médico mandaría sus flores y decretaría tres días de duelo sin suspensión de labores; todos hablarían de lo pionero que fue en su campo, de su lucha incansable, de su dedicación al trabajo….y lo olvidarían al día siguiente.
Y entonces, con un temblor súbito, el médico empezó a llorar. Y lloró, y lloró, y lloró...... lloró amargamente por sus padres, a quienes visitó dos veces por año (“.. ..si mamá, ya sabes, los turnos, los pacientes, la sala, el hospital…”), lloró por su esposa, abandonada dia a dia, sin notar que el amor que un día fue sonrosado, fresco y vibrante, se fue volviendo oscuro, pesado, distante…gris. Lloró por sus hijos, por esas fiestas escolares a las que no fue por estar interpretando un electrocardiograma, los premios que no disfrutó por estar pensando en el paciente y sus complicaciones, los juegos que no jugó por estar contestando el teléfono, dando indicaciones de manejo y tratamiento, porque la palabra papi se transformo en papá, en padre, y por último en viejo, sin que hubiese dolor en esa transición. Porque ya no se notaba su ausencia en su casa, ahora se notaba su presencia, porque estorbaba. Todos habían aprendido a vivir sin el y ahora venía el y se interponía en sus rutinas.
Si; sus hijos lo querían, pero no lo amaban. El era un desconocido para ellos, así como ellos eran unos desconocidos para el; no sabía ni cuáles eran sus juguetes favoritos, ni cuál había sido su color favorito, o la música que escuchaban, a pesar de haberles regalado los ipods de última generación, desconocía que música sincronizaban en ellos. A pesar del televisor de plasma de 60 pulgadas en sus cuartos, jamás había visto una película con ellos…y por eso lloraba; porque se dió cuenta que la vida lo había engañado vilmente, y ahora abrazado a la muerte ambas se reían descaradamente de el, le mostraban que nadie es imprescindible, que si el no estaba, alguien haría su trabajo, que ningún trabajo se cae por la ausencia de un día de un empleado, pero sí se cae, el amor de un hijo al buscar desde el escenario la cara de su padre y no verlo ahí. Que ninguna vida salvada vale mas que un abrazo de sus hijos, que ningún paciente regresa en navidad a verlo y preguntar como está, y que la soledad es el único honorario que le quedará al final cuando ya no sea considerado útil.
El “Doctor” se dió cuenta demasiado tarde de las cosas que valen la pena y que en realidad importan.
Y tú? Estás llorando en este punto? o debo ser mas claro en mi mensaje?
La muerte está tan segura que te ganará al final que te dá toda una vida de ventaja. Vívela... Ojalá lo más intensamente posible.