03/10/2025
¿Y si la vida es un juego?
De adolescente, la frase del célebre Calderón de la Barca: “La vida es sueño, y los sueños, sueños son”, me llegó. No entendía por qué me tocaba tan hondo, pero algo en mi interior vibraba con esas palabras.
25 años después, Un Curso de Milagros llegó a mi vida con su mensaje: “Nada real puede ser amenazado y nada irreal existe. En eso radica la paz de Dios”. Y esas palabras resonaron en mi corazón... "Solo el Amor es real" retumbó en mi interior.
Hoy, a mis casi 51 años, escuchando a Javier Wolcoff y a Jean Pierre Garnier Malet, todas esas corazonadas empiezan a cobrar un sentido más claro. La vida como un simulacro, un juego donde el Ser Superior juega a través de nosotros, y nosotros somos los avatares.
Garnier Malet, un científico cuántico, dice que el tiempo no es lineal, sino que se desdobla: mientras aquí vivimos una experiencia, en otro plano nuestro doble cuántico abre caminos, resuelve problemas y nos entrega intuiciones para guiarnos en este juego. Esa idea, lejos de ser ciencia ficción, me devuelve confianza y paz.
Y ¿saben qué? Amo a mi avatar. Amo a mi personaje. Amo ser la Vero Zambrano: una persona altamente sensible, con un corazón que sueña en grande y a veces se da contra el planeta, que vive la vida con intensidad, con total entrega, y que en este juego está aprendiendo la lección más desafiante de todas: el desapego.
Porque al final, no se trata de ganar o perder, sino de atreverse a jugar con amor, valentía y ligereza. Y cuando recordamos que el espíritu es el jugador real, entonces todo —hasta los desafíos más duros— se convierte en una oportunidad para disfrutar, cantar, bailar y danzar.