17/08/2022
Cuando estudiaba Filosofía dentro de tantas disciplinas que pude cursar, siempre me llamó la atención el mito de la caverna de Platón, el cual cuenta que, dentro de la tierra, en una caverna profunda, vivián un grupo de humanos que a lo largo de generaciones habían cumplido sus ciclos vitales en la misma caverna. Ellos, encadenados, solo veían las imágenes de sombras proyectadas desde una hoguera que sus captores proyectaban.
Para ellos esa era la realidad y su única verdad. No existía nada más afuera porque lo único conocido eran esas paredes, ese era su todo y lo defendían a mansalva. Hasta que un día uno de ellos decide darse y escapar hacia la superficie. En su camino mira los actores de esa realidad, los objetos cuya sombra era proyectada, la hoguera, los captores, y otros detalles. Después de acostumbrarse a ese nuevo ambiente y de disfrutar esa nueva realidad, decide regresar por los suyos para mostrarles que existe otra realidad que es mucho más bella, quería que ellos también perciban esa libertad. Sin embargo, al regresar nadie le creía y pensaban que estaba loco, al punto de que si no se quedaba en esa antigua verdad lo iban a eliminar para evitar que perturbara a todo el grupo. Así esta pequeña sociedad mataba la esperanza de conocer una nueva y mejor realidad y se quedó en su vieja morada con sus cadenas y sus sombras donde aparentemente estaban bien.
Nosotros los humanos hacemos desde siempre lo mismo que cuenta Platón en su mito que tiene casi 2.500 años de antigüedad. Nos encerramos en cavernas de todo tipo, la mayoría son cavernas mentales cuyas paredes están hechas de creencias irrevocables.
Siempre vivimos en cavernas y cuando salimos de una de ellas hacia la superficie pensamos que somos libres, pero más tarde nos daremos cuenta que solo habremos escapado a una caverna mas grande. Esto quizás es una lección que nos dicta la vida: de que los humanos venimos a este mundo siempre a avanzar y aprender algo nuevo. Solo recorriendo muchas cavernas puedes aprender mucho y ser mejor, quedándote en una sola caverna te estancas y feneces.