02/07/2024
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𝗟𝗔 𝗖𝗛𝗜𝗟𝗟𝗔𝗡𝗚𝗨𝗔
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La Chillangua, conocida científicamente como Eryngium foetidum, también llamada culantro de pozo, es una hierba que prospera de manera silvestre, especialmente en climas tropicales y húmedos. Originaria de la exuberante Amazonía, esta planta se ha diseminado y es cultivada a lo largo y ancho de todo el continente americano. Es un emblema de la riqueza botánica de la región y un testimonio de la sabiduría ancestral que reverbera durante los siglos.
El nombre de esta singular hierba fue otorgado por las comunidades afrodescendientes del Cauca y Nariño, y más tarde adoptado con entusiasmo por el pueblo afroecuatoriano de Esmeraldas. En combinación con ingredientes como el coco, el oreganón y el chirarán, la chillangua realza la exquisitez de los más refinados platillos de la gastronomía esmeraldeña.
Con sus hojas alargadas y dentadas, la chillangua se erige orgullosa, emanando un aroma fuerte y penetrante que constituye su mayor virtud y su rasgo más distintivo. Este perfume, una fusión entre cilantro y anís con un toque de picante terroso, despierta los sentidos y transporta a quienes lo perciben a un reino donde la naturaleza y la cultura se entrelazan en un abrazo eterno.
En las cocinas esmeraldeñas, la chillangua es una presencia constante y esencial. No es simplemente un condimento; es el alma de los platos, la esencia que transforma ingredientes humildes en manjares dignos de la más exquisita degustación. Su sabor intenso y refrescante añade profundidad a sopas, guisos y ceviches, elevándolos de lo cotidiano a lo sublime.
Pero la chillangua no solo es un deleite para el paladar. En las tradiciones de siglos, esta mata ha sido venerada por sus propiedades medicinales, reconocidas desde tiempos inmemoriales. Se dice que sus hojas poseen poderes curativos, capaces de aliviar desde dolencias estomacales hasta infecciones, simbolizando así la intersección entre la gastronomía y la medicina natural.
La chillangua es, en última instancia, un símbolo viviente de la biodiversidad y la cultura esmeraldeña. En su modestia, esconde una riqueza que solo se revela a quienes saben observar y apreciar la interconexión profunda entre el ser humano y la tierra. Así, cada vez que sus hojas son cortadas y añadidas a un platillo, se perpetúa un ritual de respeto y gratitud hacia la madre naturaleza, celebrando una herencia que es tanto un regalo como una responsabilidad.
En el acto de saborear la chillangua, no solo se disfruta de un sabor único, sino que se participa en un legado ancestral, un tributo a la heredad que nos nutre y a las manos que han sabido cultivar y conservar este tesoro botánico. La chillangua, en su esencia, nos recuerda la belleza de lo simple y la grandeza de lo que perdura.
La chillangua es muy conocida en otros países.
En Guatemala culantro o samat “alcapate”
Venezuela “cilantro de monte” “culantro”
Honduras “culantro” “culantro de pata”
Nicaragua, Panamá, “culantro” o “chicoria”
Cuba “yerba del sapo”, cilantro
República Dominicana “cilantro ancho” o “sabanero”
Puerto Rico “recao”
México “cilantro mexicano” y en varias zonas del país “cilantro
habanero” o “perejil criollo tabasqueño
El Salvador “alcapate” o “culantro coyote”
Perú “sacha culantro”
España “orégano de Cartagena” “cilantro habanero”
Colombia “culantro cimarrón” “cilantro de tierra”, “cilantron”.
Costa Rica “culantro coyote”
©️𝑬𝒔𝒎𝒆𝒓𝒂𝒍𝒅𝒂𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒚𝒆𝒓
#𝑳𝒂𝑴𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂𝑯𝒊𝒔𝒕𝒐́𝒓𝒊𝒄𝒂