27/09/2024
Siempre me han gustado las puertas, las hay de todos los colores y formas, fabricadas con diferentes materiales, con cerraduras o sin ellas. Las puertas son un medio de paso a “casa”, un límite, una barrera, un stop, una pausa, un alto en el camino, tanto en el mundo físico como en el emocional. Llega un momento en el que se abren y, ¡voilà!, pasas o pasan.
Much@s no pasarán y continuarán su camino, respetando el “límite”. Otr@s entrarán sin pedir permiso “solo” a observar la decoración o por curiosidad. Otros pasarán y se quedarán. Pero otros pasarán con las peores intenciones. Estos últimos puede que entren para “robarte” o hacer “destrozos” estés o no estés tú. Pueden presentarse al llegar con una gran sonrisa (un “bonito” envoltorio), esa sonrisa que tanto atrae. Pero una vez dentro y ganada la confianza del propietario, ZAS!!! Se acabó la sonrisa.
Solo te quiero hacer una pregunta,
¿QUÉ TIPO DE PUERTA TIENES EN TU “CASA”?
Piénsalo durante unos minutos. Tómate tu tiempo. ¿Ya lo sabes? Bien, terminemos.
Lo que voy a contarte a continuación es una PRECIOSA METÁFORA que me dijo una persona estando en consulta y que como siempre, demuestra que la sabiduría la tienen las personas con las que trabajamos, nosotr@s solo facilitamos que este saber interno emerja.
Después de hablarle sobre los diferentes tipos de puertas que hay y preguntarle qué tipo de puerta tenía en su “casa” (su “casa” no tenía puerta por cierto), al pasar un par de sesiones me dijo:
– ¿Sabes lo qué estoy haciendo de un tiempo a esta parte Verónica ?, mientras voy construyendo la puerta que quiero para mi “casa”, y puesto que todavía pasan algunas personas que no quiero, lo que hago es colocarlas en la SALA DE ESPERA.
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