14/01/2023
𝐂𝐥𝐚𝐯𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐦𝐚 𝐢𝐧𝐦𝐮𝐧𝐞
Un sistema inmunitario en estado óptimo es necesario para defendernos de la agresión de agentes patógenos externos (bacterias, hongos, virus, parásitos, alérgenos, etc.). Para ello es primordial llevar un estilo de vida saludable: comer bien, hacer ejercicio regular, mantener el peso y abandonar hábitos tóxicos
El término inmunidad tiene su origen en el latín y viene del vocablo immunis que significa privilegio de exención o ‘estar libre’ de cualquier cosa. En términos de salud humana hace referencia al sistema de nuestro organismo que nos defiende de la agresión de agentes infecciosos (bacterias, virus, hongos, levaduras, parásitos, pólenes, proteínas alimentarias, toxinas, células cancerígenas, etc.) que pueden causar daño o enfermedad.
El organismo dispone de diferentes líneas de defensa contra estos agresores. Una primera línea de defensa son barreras físicas (piel, mucosas), químicas (pH ácido del estómago, lisozima, componentes antimicrobianos de la saliva, el sudor y otras secreciones) y la microbiota (micro flora) protectora. Pero si el patógeno es capaz de atravesar estas primeras barreras, el organismo dispone para su defensa del sistema inmunitario, un sistema complejo, constituido por diferentes órganos, células y proteínas que trabajan conjuntamente para dar respuesta a las agresiones, reconociendo los componentes del agente patógeno e iniciando una serie de respuestas encaminadas a neutralizarlo y eliminarlo.
Entre las enfermedades infecciosas destacan las del tracto respiratorio. Según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), en el año 2020, las enfermedades infecciosas, fueron la tercera causa de muerte en España, con el 16,4% del total
Inmunidad innata e inmunidad adquirida
Se distinguen dos tipos de inmunidad, la inmunidad innata, que es el sistema de defensa con el que se nace y que da una respuesta general e inespecífica, y la inmunidad adaptativa o adquirida que es el que se desarrolla a lo largo de la vida, cuando el organismo es expuesto a un cierto agente patógeno. El sistema específico tiene la capacidad de reconocer y por tanto actuar específicamente sobre el patógeno. Estos dos sistemas actúan conjuntamente. Las principales células que participan en las respuestas inmunitarias son los leucocitos, los distintos tipos de glóbulos blancos de la sangre (principalmente los linfocitos y los fagocitos) que, mediante su presencia y la producción y secreción de diferentes sustancias, median en la respuesta del sistema inmune ante una agresión.
Factores que afectan al sistema inmunitario
Se sabe que el estado nutricional está estrechamente relacionado con la inmunidad y con el riesgo y gravedad de las infecciones en general. Una mala nutrición es causa de deficiente funcionamiento del sistema inmunitario y, por el contrario, una alimentación equilibrada es clave para el mantenimiento del sistema inmunitario y de la salud en general. Diversos estudios han mostrado que vitaminas, minerales y elementos traza están implicados como cofactores en el funcionamiento del sistema inmunitarios y se consideran esenciales para su integridad (1).
El intestino es una de las barreras de primera línea ante las infecciones ya que el tejido linfoide asociado al intestino (Gut-Associated Lymphoid Tissue, GALT) constituye la parte más extensa y compleja del sistema inmunitario. Por otra parte, el intestino está poblado por un conjunto de microorganismos vivos (bacterias, hongos, virus y parásitos) cuyo conjunto se conoce como flora intestinal, microflora o microbiota. Una microbiota intestinal sana, estimula la producción de mucus, es capaz de inhibir el crecimiento de los patógenos que llegan al intestino y tiene un papel mediador en la producción de anticuerpos (2).
El estrés es otro de los factores que pueden afectar al sistema inmunitario. En el estrés agudo las defensas no específicas (sistema inmunitario innato) se refuerzan, pero las defensas específicas (sistema inmunitario adquirido) se reducen temporalmente. En el estrés crónico, se resienten los dos tipos de defensas (inespecíficas y específicas). Por ello una buena adaptación al estrés es necesaria para que no se produzca un descenso de la función del sistema inmunitario, no se deje una puerta abierta a las infecciones y no se produzcan otros daños y enfermedades (3).
*Papel de los micronutrientes (vitaminas y minerales)
Vitamina C. La vitamina C, es una vitamina con marcado carácter antioxidante. La Agencia Europa de Seguridad Alimentaria (AESAN) establece como declaraciones autorizadas de propiedades saludables para la vitamina C, que la misma contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario (especialmente durante el ejercicio físico intenso y después de este) y a la protección de las células frente al daño oxidativo.
Diversos estudios han mostrado que su deficiencia afecta algunos parámetros del sistema inmunitario, pudiendo producir un aumento en la susceptibilidad a sufrir infecciones, principalmente a nivel del tracto respiratorio superior, sobre todo en individuos que practican ejercicio. En este sentido, se han observado cambios inmunológicos tanto a nivel de la inmunidad innata como sobre la inmunidad específica (1, 4, 5). Dado el poder antioxidante de la vitamina C, se ha sugerido que la suplementación en este micronutriente produce una mejora en el sistema inmunitario y como consecuencia, una menor incidencia de estas infecciones (1,6).
Vitamina D. Además del importante papel que la vitamina D3 tiene en el mantenimiento de los huesos y los músculos, esta vitamina tiene un papel relevante en la modulación de la respuesta inmune tanto innata como adaptativa. En España 4 de cada 10 habitantes menores de 65 años, y 8 de cada 10 respecto a la población mayor de esta edad, tienen insuficiencia de 25-OH vitamina D (8).
La AESAN establece para la vitamina D3, como declaraciones autorizadas de propiedades saludables, que la misma contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y al proceso de división celular.
Zinc. El zinc es un elemento que, en el organismo, interviene en múltiples procesos bioquímicos necesarios para el desarrollo de la vida. Un aporte inadecuado de este nutriente está asociado con una supresión de la inmunidad celular y de la inmunidad adquirida y por tanto a un aumento del riesgo de morbilidad y mortalidad por infecciones virales, microbianas y parasitarias. El zinc afecta a múltiples aspectos del sistema inmunitario, influye en la función de las células que median la inmunidad no específica, y también en la modulación de la inmunidad específica (1). Según una revisión de estudios, cuando se toma zinc durante al menos 5 meses, se puede reducir el riesgo de enfermar de resfriado común y, si se empieza a tomar dentro de las 24 horas en que los síntomas empiezan puede reducir su duración e intensidad (9).
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESAN) establece como declaraciones autorizadas de propiedades saludables para el Zinc, que este mineral contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario, a la protección de las células frente al daño oxidativo y al proceso de división celular.
*Papel de los probióticos...
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https://miherbolario.com/articulos/salud/1648/claves-para-el-refuerzo-del-sistema-inmune