19/05/2025
• EL TRONCOENCÉFALO •
El troncoencéfalo se erige como la piedra angular del sistema nervioso central. Por un lado, constituye una conexión física entre la médula espinal y los hemisferios cerebrales. Por otro, asume el control neural de ciertas funciones que son básicas para la supervivencia como la respiración y la circulación. Tanto es así, que la destrucción del troncoencéfalo resulta incompatible con la vida. Ocupa el 10% del SN.
Este se modifica a medida que asciende desde su unión con la médula a través del bulbo raquídeo, la protuberancia y el mesencéfalo.
A groso modo, el BULBO RAQUÍDEO, se encarga de funciones vitales como la respiración, el ritmo cardíaco, la presión arterial, la digestión y la regulación de reflejos como la tos, el vómito y la deglución. Su acción nos recuerda a enfermedades que vemos con frecuencia en clínica como la ELA y la EM, que requieren continuamente de la neurofisioterapia.
La PROTUBERANCIA: actúa como puente entre el tronco encefálico y el cerebelo, transmitiendo información. También participa en el control de funciones como el ritmo respiratorio, la audición, el sueño y la vigilia, así como en el control de movimientos, especialmente los de los ojos y la cara.
El MESENCÉFALO es el centro de relevo para la información sensorial (visual y auditiva) y motor, y también juega un papel importante en el control motor de los ojos, la alerta y la regulación de la temperatura.