29/08/2025
Cuando Jodie Foster tenía tres años, apareció en un comercial de Coppertone. Pero detrás de esa niña con sonrisa de hoyuelos estaba una mujer de temple inquebrantable: Evelyn Ella “Brandy” Foster, su madre. Divorciada antes del nacimiento de Jodie, Evelyn crió sola a sus cuatro hijos en Los Ángeles, construyendo la carrera de su hija menor con precisión, coraje y una intuición afilada por su experiencia en el mundo del espectáculo.
Evelyn “Brandy” Foster no era una madre improvisada en Hollywood: antes de guiar la carrera de Jodie, había trabajado como publicista y asistente del legendario mánager Arthur Jacobs, colaborando con figuras como Frank Sinatra, Marilyn Monroe, Gregory Peck, Grace Kelly y James Stewart. Conocía de cerca los engranajes del estrellato y sus sombras, lo que la convirtió en una estratega feroz y protectora, capaz de blindar emocionalmente a su hija mientras la impulsaba con precisión quirúrgica hacia el éxito.
Pero Evelyn no estuvo sola. En ese hogar sin figura paterna, Josephine Dominguez, conocida cariñosamente como *la tía Jo*, se convirtió en un segundo pilar. Estuvo presente en el parto de Jodie, dio sentido a su nombre artístico—*Jo D*, que suena como *Jodie*—y aportó estabilidad emocional tras el abandono de Lucius Foster, el padre ausente que nunca logró reconciliarse con su hija. Evelyn y Jo compartían su vida, y aunque su relación fue objeto de controversia pública por parte de un hermano de Jodie, para ella y sus hermanos, **la tía Jo era familia en el sentido más profundo y protector**.
Evelyn manejó personalmente cada contrato, cada guion, cada decisión. Despertaba a Jodie a las cinco de la mañana para leer periódicos en voz alta, la inscribió en el Lycée Français de Los Ángeles, y la acompañó en cada rodaje, incluso en el set de *Taxi Driver*, donde su presencia fue un escudo emocional. La crianza que recibió Jodie fue rigurosa, amorosa y profundamente feminista: **una educación para la vida, no solo para la fama**.
La historia de Jodie Foster no puede entenderse sin estas dos mujeres. Evelyn, con su visión y disciplina, y Jo, con su ternura y firmeza, **le enseñaron que el amor no tiene etiquetas, que el talento necesita raíces, y que la fuerza verdadera nace del cuidado**.
Incluso cuando Jodie se convirtió en una actriz consagrada y directora premiada, Evelyn siguió siendo su ancla. Y cuando la enfermedad la alcanzó, Jodie se convirtió en su cuidadora, devolviendo con gratitud todo lo que había recibido. La muerte de Evelyn en 2019 no fue seguida por declaraciones públicas grandilocuentes. Jodie vivió su duelo en silencio, aferrada a los valores que su madre y su tía le inculcaron: principio antes que aplauso, amor antes que espectáculo.