30/08/2024
Mi yoga nació en la Plaza
Cuando esa espiral de energía arrolladora me llevó, sin previo aviso, del microcosmos de mi pueblo al macrocosmos infinito.
Dancé unido de la mano con mis vecinos.
Girábamos alegres en el espacio sagrado de la plaza y, de repente, nos fundimos con el giro vertiginoso de la Vía Láctea. Y comprendí que todo era lo mismo, solo que a diferente escala.
Todo gira, todo baila. Los átomos y las galaxias.
Y las personas, nexo misterioso entre lo pequeño y lo grande.
Así que me hice yogui sin saberlo. Solo danzaba
Con los primeros compases de la jota vasca, mi madre y yo dejábamos el trabajo en el bar familiar y acudíamos prestos a bailar.
No podíamos eludir la llamada a la plaza. Al común, al colectivo, al pueblo. Entidad genérica e identidad específica de gente que convive. Que trabaja, celebra y ama junta.
En la plaza está el batzarre y el auzolan. Está la fiesta y está la despedida. Está la asamblea y está la vida.
En la plaza entendí que el yoga es la capacidad de la persona de conectar con lo absoluto que la contiene.
Entonces, ¿importa algo de dónde seas? Yo no bebo del Ganges porque no soy indio. Bebo del Arga, porque siempre he vivido a su vera.
Es el Arga quien me lavó. Quien se llevó mis p***s de juventud. Quien alivió mis pesares cuando, sentado en una roca miraba la corriente pasar.
¿Era eso meditar? Pues claro.
¿Qué te crees? ¿Qué los indios nacen con manual de instrucciones? ¿Qué solo se hace yoga después de cursar una formación de 300 horas?
El yoga es igual que el aire que respiras. Igual que el frescor del agua, que el fuego del entusiasmo y que la tierra que te sostiene.
Si hay vida hay yoga.
El yoga es más antiguo que el asana.
Cuando alguien contempla un amanecer hay yoga.
Cuando alguien respira su dolor, hay yoga.
Cuando alguien danza en la plaza, hay yoga.
El asana es de lo último que llegó al yoga. El yoga postural moderno comienza a eclosionar en 1950 con una influencia europea inmensa.
¿Es eso malo? No, en absoluto.
Me encanta hacer secuencias de asanas. A través de mi cuerpo físico activo y siento los cuerpos energético, mental, intuitivo y, sobre todo, el fabuloso anandamaya kosha. En realidad todos van juntos, como capas de cebolla uhartearra.
Y todas las personas los tenemos, del mismo modo que todo el mundo tiene nariz y ojos…
El yoga es consciencia. El asana herramienta, no objetivo en sí misma.
El yoga tiene respuestas a las inquietudes universales:
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?
Y, mientras estás sumergido en el misterio de la vida, el yoga te dice: tranquilo, “se hace camino al andar”.
Respira, siente, vive,
No hagas cadenas con lo que ha venido para liberarte.
Omar Carabia 28/08/2024