11/09/2025
ADICCIÓN
En su fondo, toda adicción lleva culpa, vergüenza y ansiedad, incluso si no somos conscientes de ello.
La adicción es una forma de huir, una forma de esconderse de la vida. Es un intento desesperado de resolver un problema - el problema de vivir.
Ya sea sustancias, comida, trabajo, compras, desplazamiento o incluso un bypass espiritual, la adicción ofrece un escape temporal de la intensidad, la responsabilidad, la intimidad y el dolor de la vida. Da un alivio químico que nos mantiene persiguiendo el siguiente alto, la siguiente distracción, la próxima dopamina golpeó, pero nos adormece a la vida real.
Y en el fondo, lo sabemos. Sabemos que estamos huyendo. Sabemos que nos estamos desconectando de nosotros mismos y de la gente que amamos. Sabemos que estamos traicionando nuestros valores más profundos, nuestra humanidad y nuestro niño interior.
Ese conocimiento enterrado crea vergüenza, incluso si no podemos nombrarlo. Pesa mucho sobre el sistema nervioso, nos mantiene inquietos y atrapados en un ciclo de búsqueda, huida, desconexión y desesperación.
La adicción promete alivio pero nos deja más fragmentados, más aislados y más lejos de la verdadera alegría que nunca.
No entrega la conexión que promete.
Sanar de la adicción no es sólo dejar un comportamiento. Se trata de volver hacia lo que hemos estado huyendo. Significa enfrentar nuestras heridas más profundas con honestidad y ternura, recableando los caminos que nos mantienen atrapados en la evitación. Significa liberar lo que ha sido silenciado y reprimido dentro de nosotros: el dolor, la ira, el miedo y la alegría.
Significa enfrentar nuestra vida no vivida, llorar el pasado y entrar en nuestro potencial.
Sanar de la adicción es aprender a permanecer presente con el misterio de estar vivo, de sentir todo el espectro de nuestra humanidad, de conectar con nuestros seres queridos, y descubrir que lo que temíamos que nos destruyera - nuestra más profunda responsabilidad - es lo que finalmente nos hará libres.
- Jeff Foster