09/05/2025
SILENCIO, MEDITACIÓN Y NATURALEZA
"Un gran espacio silencioso
contiene en un abrazo
la totalidad del mundo natural…
Y también te contiene a ti.”
-Eckhart Tolle-
Vivimos en un mundo saturado de estímulos que literalmente secuestran nuestra atención y nos hacen estar en contacto con un estado de alerta casi permanente.
Explorar el silencio se ha vuelto una experiencia muy poco frecuentada, un bien escaso y, a la vez, profundamente esencial.
El Silencio como experiencia curativa no hace referencia únicamente a la ausencia de ruido, sino a un umbral que nos conduce hacia un lugar de quietud en el fondo de nuestra experiencia interna.
Poder detenerse a sentir el cuerpo a través del movimiento, la quietud y la respiración, es un viejo camino señalado hace milenios, y que conduce de forma segura al encuentro íntimo con el presente, con nuestra vida aquí y ahora.
En el silencio nos encontramos sin máscaras, sin exigencias, sin la presión de responder de inmediato. Y alli, donde todo parece calmarse, puede comenzar a revelarse lo esencial.
La meditación, como práctica de atención y presencia, nos entrena para habitar ese silencio. Nos enseña a estar con lo que hay, sin necesidad de huir ni perseguir. En ese espacio íntimo, se suaviza el ruido mental y empezamos a reconocer el ritmo natural de nuestro ser que late al mismo ritmo que laten los espacios naturales.
Meditar no es escapar del mundo, sino afinar la percepción para volver a él con mayor claridad y compasión.
La naturaleza y sus ciclos, su silencio vivo, su forma de estar sin prisa, nos recuerdan una sabiduría anterior a las palabras. Al caminar entre árboles, al escuchar el viento o simplemente al contemplar el cielo y el agua, algo en nosotros «recuerda»y se aquieta.
Cuando hacemos un retiro de meditación en plena naturaleza es como si la tierra misma nos ayudara a recordar quiénes somos realmente .Nos sumergimos en un ritmo pausado que nos permite saborear cada momento con actitud de asombro. Cada jornada comienza con la luz suave del amanecer y el sonido de una campana que invita a sentarse en silencio. La práctica se alterna entre meditaciones sentadas, caminatas y movimientos conscientes y espacios de descanso y contemplaciones de la belleza del entorno . En el silencio compartido, la mente puede aquietarse, y el corazón encuentra espacio para abrirse en la presencia.
Silencio, meditación y naturaleza son tres formas de «volver a casa». Tres prácticas que, combinadas, abren el camino hacia una vida más consciente, enraizada y verdadera.
Y el darnos la oportunidad de poder participar, al menos una vez al año en un retiro de meditación nos ayuda a experimentar la quietud y el equilibrio que brotan de manera natural de una mente armonizada con los entornos naturales.
Inmaculada Vallina
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