24/08/2025
Dejo por aquí el artículo de este mes de agosto para quien no lo ha podido leer en la edición digital por ser solo para suscriptores...👍😉
LA IMPORTANCIA DE LAS VACACIONES
El descanso y la desconexión como variables necesarias para la recuperación física y mental
Apoyar la cabeza en el regazo de mi madre mientras, en aquellas plácidas noches de descanso estival, me arrullaban los sonidos del arrastre en la brisca, de cantar las 40 en el tute o de coger “el velo” en la escoba. Un recuerdo en el que soy capaz, después de tantos años, de evocar la maravillosa sensación de sus dedos acariciándome serenamente el pelo. Un recuerdo guardado como un tesoro en la parte biográfica de mi memoria a largo plazo.
Eran vacaciones sencillas, hogareñas, con familia, ocupando los días con distracciones, con música, con buenos momentos. Sin prisas ni desasosiegos.
“Vacaciones de verano para mí, caminando por la arena junto a ti…”, cantaban los de Fórmula V en el tocadiscos de casa por aquella época.
Ahora, plagiando sin ningún reparo la “abuela de verano” de Rosa Regás, soy yo quien intenta dejar recuerdos imborrables en la memoria episódica de mis nietos y nietas compartiendo algunos momentos vacacionales de juegos, cuentos, películas, rutas no muy largas, helados, algún viaje cuando se puede… Ofreciéndoles también mi regazo cuando les vence el cansancio o cuando, jugando, se hacen daño.
Al igual que se tiene una manera personal e intransferible de vivir la vida, cada persona tendrá su propia forma de abordar su asueto de verano. No hay maneras mejores ni peores. No hay que compararse nunca. Lo que importa es, en la medida en la que cada persona pueda, tener más control del propio tiempo e intentar romper con las prisas, con las sobrecargas, con las obligaciones, con las ansiedades, con los agobiantes horarios, con las dificultades de conciliación de todo el año. Incluidas las personas cuidadoras –qué importante facilitarles alguna ayuda para poder descansar algo–.
Cierto es que las vacaciones pueden suponer una fuente de estrés para quienes las plantean como una especie de maratón. Para quienes se plantean unas expectativas totalmente idealizadas porque no quieren perderse nada y lo viven todo como imprescindible y urgente.
O para quienes no saben desconectar. Porque no es lo mismo descansar que desconectar. Si alguien se va de vacaciones y, por ejemplo, no deja de mirar su correo laboral, por mucho que lo haga descansando en una tumbona, no logrará una desconexión real.
Se sabe desde hace mucho de la importancia de esa desconexión vacacional para recuperar energías y preservar la salud física y emocional.
No es ninguna tontería.
Así que, cuídense, intenten ayudarse a desconectar y a descansar. Pueden elegir según sus gustos y circunstancias. Vacaciones en pareja, en familia, a solas, con gente amiga, con mascotas o con quienes les dé la gana. Vacaciones de playa, de montaña, de pueblo, de ciudad, de gastronomía, de conciertos, de ver monumentos o de todo un poco. Vacaciones de bullicio o vacaciones de silencio. Vacaciones, incluso, para la lucha por causas sociales más que justas y necesarias. Vacaciones lejos o en la propia casa, que, según el INE, un 34% de las personas de nuestro país no pueden permitirse desplazamientos fuera.
Para reducir el estrés y la ansiedad, para mejorar el ánimo, para “sanar y sacar la rabia” –maravilloso, por cierto, Pedro Pastor hace unas semanas en La Felguera–, para diluir la sensación de estar constantemente en modo “productivo”, para compensar y equilibrar, que la vida, de cuando en cuando, nos pega un zarpazo.
Para disponer de maravillosos recuerdos.
Y hay quien nos quiere convencer de que las vacaciones están sobrevaloradas…
¡Lo que faltaba!