
23/07/2025
En la psicoterapia sensoriomotriz, muchas veces lo más transformador no es lo que se dice, sino nuestra presencia, nuestra escucha y lo que se sostiene en el silencio.
El cuerpo habla y lo hace en pausas, gestos mínimos, respiraciones contenidas. En esos momentos donde no hay palabras, se abre un espacio profundo para el reconocimiento. No solo del dolor o la historia, sino del aquí y ahora de la experiencia vivida.
✨La presencia real, no apresurada, no directiva, es un ancla que el sistema nervioso percibe sin necesidad de explicaciones. Un/a terapeuta regulado/a, que puede estar con lo que es sin querer modificarlo, le ofrece al cuerpo del/a paciente una referencia segura. No siempre es visible. Pero se siente.
✨La escucha, desde este enfoque, no es solo cognitiva. Es también una escucha encarnada. Implica registrar los microcambios en la postura, la mirada, la energía que se mueve (o se congela). Implica estar con todo lo que emerge, incluso cuando no se puede nombrar aún.
✨Y el silencio, tan temido a veces, es un lugar fértil. Permite que el cuerpo complete ciclos inconclusos, que emociones largamente contenidas se asomen, que surja lo que no tuvo espacio antes. No como vacío incómodo, sino como pausa necesaria.
Acompañar desde la psicoterapia sensoriomotriz es, muchas veces, sostener lo que no se ve: un leve temblor en las manos, el gesto interrumpido, el suspiro que no llega a salir.
Y allí, en ese acompañamiento silencioso y presente, el sistema de nuestros/as pacientes encuentra un nuevo mapa. Uno donde no está solo. Uno donde puede empezar a confiar.
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