09/04/2025
PINCELADA DE MEDITACIÓN
RUEDA DE LA VIDA
La rueda de la vida gira constantemente como comprobamos a diario. A menudo nos aturde y no sabemos adónde vamos con ella. Mezclados en las circunstancias cambiantes que nos arrastran se mantiene desdibujada la línea que separa proyección y soporte, acción e intención, sueño y realidad. Es necesario abrir bien los ojos y reconocer allá fuera lo que habita aquí dentro, de lo contrario, seguiremos batallando en la rueda del hámster que no lleva a ningún sitio.
Sabiamente, en esta rueda de Samsara, el budismo ha representado simbólicamente a un cerdo que persigue mordiéndole la cola a un gallo, que a su vez, muerde el extremo de una serpiente y que, para cerrar el círculo vicioso, persigue al cerdo. Tres animales que representan los tres venenos, las terribles disfunciones de la mente ordinaria, en un movimiento en el que se retroalimentan.
El cerdo representa en general la ignorancia (avidya) que se expresa a menudo como necedad, confusión o simplemente como superficialidad y que viene a ilustrar el desconocimiento que tenemos de nosotros mismos. Una ventana ilusoria al mundo en cuyo reverso hay ceguera interior.
El gallo simboliza el deseo desmedido (raga) cuyo fruto lo encontramos en la codicia, avaricia o lujuria y que, tarde o temprano, nos lleva a algún tipo de adicción y apego.
Y, por último, la serpiente es símbolo de la aversión irracional (dvesha) expresada tan a menudo como ira, resentimiento u odio.
Es cierto que estas aflicciones pueden estar dormidas o ser tenues y no generar ningún malestar. Pero nadie nos asegura que, en situaciones difíciles, no se expresen de forma exaltada o colérica. De ahí que sea prudente, y hasta sabio, tener a mano y cultivados a conciencia, los bálsamos de la sabiduría, la generosidad y el amor bondadoso.
Om shanti. Julián Peragón