15/06/2020
Después de 90 días confinado en la montaña aprendí...
A PARAR... detenerme, sostener el cambio permanente desde la quietud y poco a poco contemplar el paisaje interno sin tanto juicio e intervención mental... Arropado por la naturaleza que habita en mí. Retirar la presión de tener que hacer algo, dirigir ningún estado interno, retener o apartar. Sostener la presencia desnuda, sin necesidad de adornar ni maquillar, de evadir ni enmascarar.
ESCUCHAR... Sí, escuchar tanto lo externo como lo interno, más allá de lo aparente, de lo audible.. Dejarme llevar por cada instante y su música particular, por el eco de cada sonido.. A veces perdido en el atasco mental que saturaba mi percepción, aceptando también la desconexión y soltando cualquier exigencia de querer cambiar en lo que estaba, (o no). También el ruido forma parte del silencio, nace de él, y tarde o temprano se recoge otra vez en él.
OBSERVAR... Como todo cambia y se mueve, todo nace y todo muere, dentro-fuera, cerca-lejos, arriba-abajo, rapido-lento, pequeño-grande, perceptible o imperceptible, ...todo sucede!
Ver en vez de pensar, mirar sin proyectar tanto para empezar a
CONTEMPLAR... abriendo las puertas de la percepción, más allá de cada forma, sonido, color, imagen o pensamiento.. Mas allá de mi posicionamiento interno, de mis gustos o preferencias.. Dejar ser lo que es!! Quien soy yo para cambiarlo? La naturaleza acaso comete errores que mi yo particular deba corregir?? XD
SENTIR... y aquí va todo un gran aprendizaje! Valentía para ser sincero conmigo, para ahondar en aguas más profundas a la vez que inciertas y desconocidas.
Uaauuu, cuantas cosas evito sentir.. y cuanto miedo hay. No sólo las partes más oscuras atemorizan el niño que hay en mí, sino también me he visto poniendo freno a lo más sublime y luminoso.. Porque, hay límite para sentir?? Mi experiencia me dice que no, que siempre, siempre, siempre podemos sentir un poco más. (Lo único más allá del sentir es el ser). Aquí veo parte del sueño que vivimos y su componente neurótico:
ANHELAR... ser profundamente la vida que hay en mí, el ego trata de retener, modificar, apartar o rechazar todo lo que considera que me aleja o me acerca a ella, y de repente.. ZAAS!! cuando aparecen experiencias de vida sin condición, sin poner precio a lo que soy, en definitiva, tocar la vida tal cuál ES!! El niño se asusta y teme sentir la naturaleza pérdida que ha sido pero se ha desconectado de ella. No puede asumirlo de golpe...
Que loco no?? Busco y deseo pero cuando aparece no soy capaz de rendirme del todo a ser lo que ando buscando donde no esta.
Y es que hay tanta falsa identificación con una idea de uno mismo y de la cosas que nos cuesta mirar sin tanto filtro; y cuando se vive algo más profundo cuesta rendirse en ello sin volver a asociar y condicionar la experiencia a la circunstancia y momento particular.
ACOGER... Dar espacio fuera del tiempo, seguiendo el rastro del sentir y dejarlo reposar, abrazarlo como a un niño y poder ver su pasión y temor frente a la vida; dar permiso, abrir en vez de acorazar, decir SÍ, acompañar, invitar... Y poco a poco algo interno que se va relajando, como el bosque después de una tormenta nutriéndose de todo el agua, despertando sus raíces y desplegando sus hojas como alas, sostenido por la madre tierra; algo se va aflojando, se diluyen las barreras, como cortinas de humo que se disipan; aquí puedo discernir un poco más lo que soy y asumirlo con humildad, de aquellas falsas creencias q me definen y amarlas con más integridad.
FLORECER... alguna cosa más??? Si la vida es pura celebración. No hay virus que detenga la primavera, ni razón algún por la cuál dejar de celebrar. Todo es bendito, todo es divino, todo es pura expresión de la verdad!
Poder ver la locura de encontrar el sentido de la existencia a través de algún medio, e intuir como el sentido es en sí mismo.
La búsqueda me aleja de mí!
Que no hay flor sin antes ser semilla.
No hay extensión ni expansión sin antes profundidad!
Siembra para ser tu mism@,
DESCONFINA TU SEMILLA!
Joan Ramos