Me formé via el método pedagógico de yoga dinámico, ideado, desarrollado y facilitado por Godfrey Deveraux y José Luis Cabezas. Si no has practicado nunca yoga, genial, porque vamos a empezar mucho más libres de condicionamientos previos. Y si ya habéis practicado, me atrevería a decir que vais a desaprender o soltar muchas rutinas, tendencias, supuestos conocimientos, creencias y automatismos, pr
esentes habitualmente por falta de sensibilidad en vuestra práctica o en el enfoque o tradición o en lo que sea que esté basado lo que hayáis estado practicando. Sensibilidad es la clave que ha de guiar la práctica postural de yoga. Sensibilidad a nuestras acciones y sus impactos. Sentirse. Todos somos sensibles, si no, ni siquiera nos daríamos cuenta que existimos. Yoga es invitarnos a intimidad con esa sensibilidad, con lo que de hecho está sucediendo en forma de sensaciones en nuestro cuerpo, al menos, el rato que estemos moviéndonos o en quietud en la esterilla. Yoga es también indagación. Indagación en abierta, honesta e íntima sensibilidad con lo que estemos haciendo. Indagar el que? Indagar en la posibilidad de ser sensibles a nuestras acciones y sus impactos, para permanecer lo más cómodos y estables en la postura o movimiento en que nos encontremos. Pero esa cómoda estabilidad no se da por que si. Obedece a unas dinámicas de integridad del cuerpo. Y por ahí apunta la indagación. A esclarecer como funcionan esas dinámicas, pero desde el cuerpo, desde lo pragmático, lo experiencial, lo que de hecho estamos sintiendo en nuestro cuerpo, por el mecanismo más esencial, el de placer/dolor. Yoga no es más yoga y tú vida no será mejor si algún día logras pasarte la pierna por detrás de la cabeza, aunque puedas llegar a sentirte orgulloso de ello. Yoga no debería depender de alcanzar como sea la forma geométrica perfecta de una postura. Tu cuerpo, aquí y ahora está predispuesto muscular y genéticamente, sea por hábitos posturales, lesiones o simplemente por como dormiste ayer. Honrar esa disponibilidad siendo sensible a nuestras acciones y sus impactos, es yoga. Para ello, en muchas ocasiones pasarás el límite por impetuosa insensibilidad u otras veces no harás más que descansar, sea por desinterés o necesidad. Pero ser sensible a todo ello es yoga. Yo sigo investigando en ello. Tenemos toda la vida para investigar en ello. Pero esa investigación depende única y exclusivamente de ti. Yo solo puedo invitarte a ella y mostrarte como investigar, tal como previamente me lo han mostrado a mi. Para que algún día dejes de necesitar que ni yo ni nadie tenga que guiar tu practica de yoga. Para desarrollar tu práctica por ti mismo de manera segura y eficaz, debes escuchar tu cuerpo, lo cual, en definitiva y en esencia, debe ser, más allá de mis indicaciones, tu única y infalible guía desde el minuto 1 en que empecemos a indagar juntos. No te creas ni des nada por hecho hasta que lo hayas experimentado por ti mismo. Y todo esto, para que? Inicialmente, por un impulso que todos tenemos. Sentirnos bien. Para sentirnos bien, primero tenemos que sentirnos. Invitarnos a sentir. No estamos habituados a sentirnos, pero en cambio, a todos nos gusta, ni que sea momentáneamente, sentirnos bien. Esa es la verdadera clave que nos arrastra a la esterilla, una y otra vez. Más allá de la posible interpretación hedonista, pues sentiremos lo que tengamos que sentir, no solo placer. Eso si, yoga practicado de manera íntima, sensible, honesta, abierta y generosa, sienta bien. Sienta muy bien, y aclara las profundidades y sutilezas de ser humano. Practicado de manera impulsiva, insensible, deshonesta con lo que de hecho está sucediendo en nuestro cuerpo en forma de sensaciones, no sienta bien, aunque las endorfinas que enmascaran el dolor así nos lo hagan parecer. Aunque sientas como un logro el haber aguantado y sobrepasado tu resistencia y límites con esa postura tan físicamente demandante. Si practicas yoga y lo vives como una disciplina, para volverte más fuerte y más flexible, no estás practicando genuinamente yoga y lo más probable, tarde o temprano, es que te acabes lesionando. Creo que ya os he planteado por donde van los tiros. Por aquí ando si os apetece poneros manos a la obra, o a la esterilla, mejor dicho. Y quizás un día yoga se convierta para ti en una saludable rutina tan habitual como lavarse los dientes cuanto te levantas. De la misma manera que te resultaría incómodo empezar el día con esa desagradable sensación en la boca, quizás un día te despertarás con dolor de espalda y en vez de lamentarte e ir agobiado a trabajar, de ser insensible a ello y seguir tirando del carro, porque no nos queda otra, te tirarás a las esterilla 10 minutos para ponerte la espalda de otra manera. Y aliviada esa molestia, quizás irás a trabajar con otro espíritu. Y quizás cuando llegues a casa, estresado, con la cabeza a mil por los acontecimientos del día, en vez de distraer la atención con la tele o internet para desconectar, quizás te sientes a meditar, a observar atentamente como te sientes. Distráete como te dé la gana, pero probablemente no le darás a tu cuerpo-mente el verdadero descanso que está pidiendo a gritos, aunque habitualmente no lo oigas, aunque por hábito seas insensible a ello. Sentarte a sentirte, sin anticipar ni esperar que algo extraordinario suceda, sin crearte fantasías ni distracciones que te alejen una y otra vez de lo que de hecho está sucediendo en tu cuerpo-mente. Sensible e íntimamente abierto a la multitud de eventos que suceden a través de ti en forma de sensaciones, emociones y pensamientos. Desde lo evidente a lo sutil. Pasión por lo sutil. Desde la esterilla, desde el cojín de meditación, a la vida cuotidiana. Reconociéndote. Si sabéis o pensáis en alguien que pueda estar interesado, os agradecería que le pasarais mi contacto. Y si tú mismo estás interesad@, manda señales de vida y hablamos :-)