01/10/2019
Ser terapeuta y coach es un trabajo muy solitario (por eso me gusta dar talleres, que lo equilibra).
Sobre todo en la terapia Gestalt, donde no hay un manual y tengo que confiar en mi juicio, sentido común, intuición, experiencia vital y las pautas de mis clientes.
Pocas veces un cliente me dice al final de una sesión "ha sido una sesión muy beneficiosa /inspiradora /confluyente", a veces porque a mis clientes les cuesta expresarse, a veces porque la terapia es un maratón y es difícil valorar el avance en una franja de una hora (por eso conviene pausar cada tres meses, mirar atrás y apreciar el camino recorrido).
Una clienta mía, con un corazón de una poetisa y la mente de una científica, ha presentado esta semana su tesis doctoral, y me siento como una gallina orgullosa.
Llegó a verme después de un revés devastador al nivel profesional y personal, después de haber sufrido un bullying en su trabajo de doctorando, que casi le costó su carrera y afectó muchísimo su autoestima y autoconfianza, y tuvo que buscar un nuevo tesis, departamento, jefe.
Me siento agradecida infinitamente por ser elegida para acompañarle de manera profesional (tiene la suerte de tener muy buenos padres y una pareja cariñoso y comprensible), y verla creciendo semana tras semana, afrontando sus dificultades, sus retos, sus dragones: internos y externos.
Ver cómo le crecen las alas y se abren, poco a poco.
Hoy he visto en mi consulta una mariposa preciosa, que todavía le falta desplegar más sus alas, porque esa mujer joven llegará muy lejos.
Nos queda un trozo de camino más que lo compartiremos, y después ella seguirá sin mí su camino hacia su horizonte.
Yo confío en que ella tenga todas las herramientas y todos los recursos internos necesarios para volar lejos y alto como su corazón desea y sé que de vez en cuando recibiré noticias suyas, sobre sus logros y gozos.
Me siento afortunada por trabajar en un laboratorio de mariposas, ayudando a mis clientes a sacar sus colores a la luz 🌅🦋