21/12/2024
“El Arte de Percibir: Una Puerta Abierta al Mundo”
¿Alguna vez te has detenido a escuchar el susurro de las hojas o a observar cómo el sol transforma un charco en un espejo? En esos momentos, uno no piensa en la mente como un músculo que entrenar, sino en los sentidos como puertas que necesitamos abrir más y más. ¿De qué sirve reflexionar sobre el universo si no podemos percibirlo con toda su intensidad? Quizás entrenar la mente no sea suficiente si los sentidos, nuestros vínculos más primarios con el mundo, están apagados.
Pienso en Descartes y su famosa duda metódica: “Pienso, luego existo.” ¿Y si hubiera dicho: “Siento, luego entiendo”? El mundo no entra en nuestra mente por medio de ideas puras, sino a través de los ojos, los oídos, la piel, la lengua y la nariz. Ver un cuadro no es lo mismo que sentirlo. Hay un tipo de sabiduría en dejar que los colores te hablen directamente, sin pasar por el filtro del análisis.
Me imagino a un filósofo, tal vez Kant, caminando en un bosque. “El sublime”, diría, “es aquello que nos supera”. Pero, ¿cómo podría saberlo si no escucha el rugido del viento, si no siente el frío en las manos? ¿Podemos pensar en la grandeza del cosmos sin el temblor que provoca mirar las estrellas en una noche despejada?
Un día, sentado junto a un río, cerré los ojos. Intenté pensar en su flujo constante, en su movimiento eterno. Pero no pude imaginarlo hasta que dejé que su sonido invadiera mi mente. Fue entonces cuando entendí que la percepción no es solo el inicio del pensamiento; es su raíz. Me pregunto: ¿cuántas verdades hemos perdido por no estar presentes con nuestros sentidos?
Los estoicos hablaban de aceptar la realidad como es, pero ¿cómo podemos aceptarla si no la percibimos plenamente? Epicteto decía que no controlamos los eventos, solo nuestras reacciones. Yo añadiría: tampoco podemos reaccionar sin sentir primero.
Hay quienes creen que la meditación consiste en vaciar la mente, pero para mí, es llenarla de mundo. Es escuchar cada sonido, cada aroma, cada textura. Imagínate entrenar tu capacidad de percibir con la misma intensidad con la que entrenamos para resolver problemas. Escuchar el canto de un pájaro y distinguir sus matices. Sentir la lluvia y notar cómo cambia al tocar tu piel.
Nietzsche, siempre un provocador, me susurra: “¡Sé más que tus pensamientos! Sé tu cuerpo, sé tus sentidos.” Y yo le respondo: “Eso intento, pero el ruido de las ideas a veces me distrae.” El filósofo se ríe, y en ese momento, el mundo parece más vivo.
Quizás la verdadera disciplina no sea el esfuerzo mental, sino la capacidad de estar presentes con todo nuestro ser. La vida es un teatro sensorial, y cada momento nos ofrece un espectáculo irrepetible. Tal vez no sea cuestión de entrenar nuestra mente para comprender mejor el mundo, sino de afinar nuestros sentidos para habitarlo plenamente.
Así que, querido lector, no cierres los ojos demasiado tiempo en tu búsqueda interior. Mira, escucha, siente. Porque, al final, la verdad no está en lo que pensamos, sino en lo que somos capaces de percibir.
Ejercicio práctico: “El Diario Sensorial”
Cada día, durante una semana, elige una disciplina artística para ejercitar tus sentidos. Puede ser pintar, escribir poesía, escuchar música clásica o incluso bailar. Dedica al menos 10 minutos a esta actividad, enfocándote exclusivamente en lo que percibes.
• Vista: Si eliges pintar, observa los colores y texturas a tu alrededor. Trata de replicarlos o interpretarlos sin preocuparte por el resultado final.
• Oído: Escucha una pieza musical con los ojos cerrados, identificando cada instrumento y las emociones que te evocan.
• Tacto: Trabaja con arcilla, madera o cualquier material que te permita explorar diferentes texturas y formas.
• Olfato y gusto: Cocina algo nuevo y presta atención a cada aroma y sabor. Describe lo que sientes con detalle.
Al final del día, escribe en tu diario lo que descubriste: ¿Cómo se transformó tu percepción del mundo a través de esta práctica? Esta es una invitación no solo a entrenar los sentidos, sino a hacer del arte una tecnología de conexión profunda con la realidad.
21 de diciembre de 2024