18/10/2025
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Hoy, sábado, tuvimos un nuevo encuentro de 𝗛𝗢𝗠𝗕𝗥𝗘 𝗝𝗔𝗚𝗨𝗔𝗥 en 𝗖𝗔𝗦𝗔 𝗝𝗔𝗚𝗨𝗔𝗥, y todavía estamos procesando todo lo que se movió.
El tema fue “𝗩𝘂𝗹𝗻𝗲𝗿𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱, 𝗽𝗿𝗼𝗽𝗼́𝘀𝗶𝘁𝗼 𝘆 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗼”, tres palabras que, cuando se juntan, te desarman.
No hicimos nada raro: respiramos, hablamos, desayunamos, dibujamos. Pero en ese “nada raro” pasó todo.
Arrancamos con una meditación sencilla, de esas que bajan el ritmo y te traen al cuerpo.
Después abrimos la palabra, y la cosa se puso buena: cada hombre fue soltando algo, compartiendo sin máscaras, con esa mezcla de humor, nervio y verdad que se da cuando hay confianza.
𝗘𝗹 𝗲𝗷𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝘁𝗮𝗹𝗹𝗲𝗿 𝗳𝘂𝗲 𝗲𝗹 𝗺𝗮𝗻𝗱𝗮𝗹𝗮.
Cada uno creó el suyo: un dibujo hecho desde el centro, sin buscar que quede lindo.
Ahí se veía todo —el control, la entrega, la energía, las ganas de esconder o de mostrarse.
El papel se volvió espejo.
Y nosotros, mientras tanto, fuimos armando el mandala del grupo: el 𝗠𝗮𝗻𝗱𝗮𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗛𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗝𝗮𝗴𝘂𝗮𝗿.
Un jaguar en el centro y, alrededor, los símbolos que representan este camino:
la huella (el instinto), el hombre (la conciencia), el triángulo ascendente (la energía masculina que sube) y el triángulo descendente (la energía femenina que se entrega).
Una síntesis visual de lo que pasó en la sala: fuerza y vulnerabilidad, acción y presencia, fuego y calma.
𝗟𝗮 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗰𝗶𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗳𝘂𝗲 𝗶𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻𝗮𝗻𝘁𝗲.
Hombres que escuchan, que se abren, que no necesitan demostrar nada.
Hubo risas, silencios largos, miradas que decían más que las palabras.
Y un desayuno con medialunas argentinas, café, mate compartido que cerró el círculo con la simpleza de lo humano.
Nos fuimos con la sensación de haber vivido algo necesario.
De que cuando los hombres se juntan desde otro lugar, sin competencia ni máscaras, pasa algo bueno.
Algo real.
𝗚𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗶𝗻𝗶𝗲𝗿𝗼𝗻.
Seguimos caminando el camino del jaguar, con todo lo que eso implica:
mirarnos, movernos y vivir con más presencia. 🐆