10/12/2025
Parte II: Si sólo atendemos los síntomas, la ansiedad volverá
La ansiedad no aparece por casualidad. Es un mensaje de nuestro cerebro que nos está diciendo que algo en nuestra vida necesita ser atendido, cambiado o elaborado.
Podemos calmar los síntomas, sí, pero si no atendemos a los conflictos internos, a lo que hay detrás de la ansiedad… es muy probable que vuelva a manifestarse.
Dotar de significado al síntoma
Más allá del malestar que genera, la ansiedad trae información valiosa sobre nuestro mundo interno:
¿Qué nos está tratando de mostrar?
¿Qué necesidad no está siendo escuchada?
¿Qué dolor pendiente está intentando que veamos?
¿Qué límite se está traspasando?
¿Qué maneras de tratarnos a nosotros mismos nos están llevando al límite?
¿Qué patrones de vinculación tienen ya un alto coste para nuestro sistema?
Comprender su lenguaje es un paso esencial para sanar.
Para empezar a descifrar la ansiedad, resulta útil observar los disparadores:
¿En qué momentos se intensifica?
¿Con qué situaciones, personas o pensamientos?
¿Qué ocurre justo antes de que aparezca?
A veces, los disparadores son evidentes. Pero otras veces, hay que mirar con lupa.
Hay ocasiones en las que la ansiedad surge después de un periodo en el que nos hemos mantenido en modo supervivencia, desconectados de lo que sentimos para poder seguir adelante. Cuando finalmente el cuerpo percibe que hay un mínimo de seguridad, libera la tensión acumulada… y aparece la ansiedad.
Mirar el pasado para comprender el presente
La ansiedad puede estar vinculada a:
Vivencias dolorosas no elaboradas
Creencias negativas sobre nosotros mismos
Patrones disfuncionales de funcionamiento interno
Formas de regular nuestras emociones
La manera en que nos hablamos, nos cuidamos y nos tratamos
Cuando empezamos a dar espacio a las emociones, a nombrar lo que duele, a reconocernos en la vulnerabilidad, la ansiedad deja de ser un enemigo y se convierte en una guía, en un camino hacia mayor bienestar