16/04/2020
Recientemente se han dado a conocer los resultados de un estudio realizado en China por la consultora IPSOS sobre las consecuencias del confinamiento en la población. Los datos obtenidos muestran la sucesión de una serie de estados emocionales o fases por las que transitan, en mayor o menor medida (dependiendo de las circunstancias personales) , la población en general. Estas fases son: incredulidad, preparación, ajuste, aclimatación, resistencia, alivio y temor.
Fluir a través de esas fases es perfectamente normal. No tienen que darse por este mismo orden, puede incluso suceder que en un mismo día se lleguen a experimentar todas ellas. Pero, en general, forman parte de un proceso de adaptación que nos ayuda a establecer los cambios necesarios para poder afrontar todo lo que la crisis nos plantea.
Es más problemático si nos quedamos estancados en alguna de ellas. Cuando la incredulidad, la resistencia, el temor,… lo llena todo, se pierde capacidad de adaptación y la persona puede llegar a desencadenar una patologia.
Aquí en España se están repitiendo los mismos sondeos. Después de 6 semanas de confinamiento, los resultados apuntan a que el grueso de la población se encuentra entre la zona de ajuste, aclimatación y resistencia. La mayoria de las personas ya han superado la fase de incredulidad y la de preparación. Por ejemplo, ya no vemos aquellas escenas en los supermercados de acumulación de productos básicos y pocas personas niegan los riesgos de contagio.
En las fases de ajuste y aclimatación se empieza a integrar realmente lo que representa el confinamiento. Se establecen unas rutinas más o menos regulares, es un tiempo de espera que conecta con el potencial propio, con lo que podemos hacer. En esta s fases hemos podido ver conductas altruistas, nuevas formas de comunicación, se han explorado nuevos hábitos y se han entrenado toda una serie de habilidades. Ha sido, con todas las renuncias, una etapa constructiva.
En la fase de resistencia, intervienen otro tipo de emociones. Dependiendo de los sacrificios, los esfuerzos , las pérdidas que la persona ha ido experimentando, en esta fase aparecen emociones relacionadas con el enfado, la sensación de injusticia, la tristeza, es más facil sentirse irritable… Ser capaces de gestionar esta etapa favorecerá que se llegue a la siguiente, con más recursos. Si no lo conseguimos, posiblemente la relación con los más próximos pasará por momentos difíciles que tendremos que atender de forma prioritaria.
La siguiente fase, el alivio, viene marcada por la perspectiva de algunas mejoras: irán surgiendo algunas soluciones, se irán suavizando las medidas de confinamiento, y aparecerán atisbos de esperanza. No obstante, para una gran parte de la población las consecuencias de esta crisis estarán presentes durante un periodo de tiempo aún desconocido. El futuro inmediato se plantea lleno de incertidumbres para las que no existen, de momento, soluciones claras. Por eso, el miedo aparecerá y estará presente hasta que las personas puedan encontrar las condiciones para reencontrar la seguridad indispensable para sus vidas..
Tener presente estos procesos nos ayuda en estos momentos de confusión a entender que lo que estamos experimentando es normal. Solemos tener miedo a las emociones, a los efectos que tienen en nuestra conducta. Pero si las gestionamos adecuadamente, si estamos atentos a lo que nos van mostrando, las emociones nos ayudan a tener una idea más clara de nuestras necesidades y nos orientan para poder introducir cambios en nuestra vida.