19/04/2025
¿Alguna vez te has quedado pensando en algo que alguien dijo, y lo has rumiado durante horas? 🧠🔄
Lo que no dijimos en su momento, lo que callamos, sigue dando vueltas en nuestra mente. Y ahí es cuando el malestar crece 🤯, porque lo que no expresamos se queda atrapado, pendiente de ser procesado.
Cuando reprimimos una emoción, el cerebro no tiene cómo gestionarla. La emoción no desaparece, solo se acumula. Lo que no sacamos, lo que no decimos, se queda dentro y empieza a tomar más fuerza 🌋. Y sin darnos cuenta, nos encontramos analizando una y otra vez lo que sucedió, buscando respuestas, pensando si interpretamos mal, o si deberíamos haber reaccionado diferente.
Este proceso se llama rumiación 🔄. Cuanto más callamos, más se intensifica. El estrés se acumula, y nos desconectamos de lo que realmente sentimos. No liberar esas emociones nos hace sentir incómodos, ansiosos y, a veces, incluso confundidos. ¿Por qué? Porque el malestar no se resuelve y nos deja atrapados en un bucle.
La clave es expresar lo que sentimos 💬♥️🧠. Hablar lo que nos molesta no solo es necesario para liberar la tensión, también nos permite mantener relaciones más auténticas y menos cargadas de resentimiento. No se trata de evitar el conflicto, sino de decir lo que necesitamos decir en el momento adecuado.