27/04/2025
Adicción a sustancias: Una historia de pérdidas
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Cada vez que acompaño a una persona que atraviesa un proceso de adicción, me encuentro con una historia única. Detrás de cada síntoma, hay pérdidas, hay silencios, hay vínculos que se rompen. Y también, por supuesto, hay un intento —a veces desesperado— de aliviar un malestar que no siempre encuentra palabras.
En esta entrada quiero abrir una conversación previa a la conferencia que impartiré el próximo 9 de mayo sobre los trastornos adictivos relacionados con el alcohol, la co***na y el cannabis. Una conversación que nos invite a mirar más allá del estigma, con humanidad y conocimiento.
Tres sustancias, tres realidades
El alcohol, la co***na y el cannabis no son lo mismo. No afectan igual, no se consumen igual, ni generan el mismo tipo de dependencia. Pero sí tienen algo en común: todas pueden llevar a una pérdida progresiva de control, a un deterioro de la salud física y mental, y a una desconexión dolorosa con uno mismo y con el entorno.
El alcohol, por ejemplo, está profundamente normalizado y banalizado en nuestra cultura. Se celebra con alcohol, se socializa con alcohol, se alivia el estrés con alcohol. Pero también se cae, se enferma y se muere por su ingesta. Es la sustancia psicoactiva más consumida en España y una de las principales causas de enfermedad, accidentes y muertes evitables.
La co***na suele irrumpir con una promesa de diversión, energía y rendimiento. Pero bajo esa máscara, deja una huella profunda: dependencia rápida, deterioro del sistema nervioso central, desregulación emocional, paranoia, conflictos relacionales y, con frecuencia, un vacío existencial que crece en la misma proporción que la necesidad de repetir el consumo.
El cannabis, por su parte, aparece a menudo envuelto en debates sociales y políticos sobre su legalización. Pero más allá de esas discusiones, lo cierto es que es la droga ilegal más consumida en España, especialmente entre adolescentes y jóvenes. Su consumo frecuente puede afectar la memoria, la motivación, el estado de ánimo y, en algunos casos, desencadenar trastornos psicóticos o depresivos.
¿Qué entendemos por adicción?
Desde la psicología clínica, hablamos de adicción no como un vicio ni como una falta de voluntad, sino como un trastorno complejo en el que se combinan factores biológicos, psicológicos y sociales. Un proceso progresivo que transforma al sujeto en función de la sustancia, su contexto, su historia personal y su vulnerabilidad. Un proceso donde el deseo se vuelve compulsión, y la elección, dependencia.
La neurociencia ha demostrado que las sustancias adictivas modifican el cerebro. Activan de forma intensa los circuitos del refuerzo y generan adaptaciones que perpetúan el consumo a pesar de sus consecuencias negativas. Pero también sabemos que la adicción no es solo un fenómeno cerebral: es un intento humano de lidiar con el dolor, la carencia, o con la propia historia, pasada, presente y futura.
Y el papel de los profesionales de la salud mental
Nada fácil. Nos corresponde acompañar, comprender y proponer caminos de recuperación sostenibles. Escuchar antes de juzgar. Intervenir con evidencia, pero también con sensibilidad. Diseñar estrategias que vayan más allá de la abstinencia, que restauren el sentido, que reconecten a la persona consigo misma, con otros y con la vida.
En la conferencia del 9 de mayo, abordaremos todo esto con más profundidad: hablaremos de cifras, de teorías, de factores de riesgo, pero sobre todo de personas. De cómo entenderlas mejor y de cómo podemos contribuir a su proceso de cambio. Porque hablar de adicciones es hablar de pérdidas, heridas y sufrimiento, sí. Pero también es hablar de posibilidad. De reconstrucción. De humanidad. De narrar una nueva vida.
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Cada vez que acompaño a una persona que atraviesa un proceso de adicción, me encuentro con una historia única. Detrás de cada síntoma, hay pérdidas, hay silencios, hay vínculos que se rompen. Y también, por supuesto, hay un intento —a veces desesperado— de aliviar un malestar que no siem...