17/09/2024
¿Sientes que la gente de tu alrededor no tiene en cuenta tus necesidades?¿Te da la sensación de que ese amigo tuyo sólo mira por sus intereses?¿Cuando le hablas a los demás de cómo te sientes te invalidan?.
Si cuando le dices a alguien que algo te mo**sta, te habla como si tu visión de la vida fuera inadecuada, y sólo tiene en cuenta la suya, alegando "yo soy así", o "estás esquivocad@", decirle lo que te mo**sta puede estar bien la primera vez. Pero, si lo sigue haciendo una y otra vez, necesitaras poner un límite claro y cumplirlo. Por ejemplo, “no voy a volver a opinar sobre algo mientras sienta que no escuchas ni respetas mi opinión”.
Y para eso, para poner límites y cumplirlos, primero necesitas legitimar tus derechos.
Tu derecho a sentir lo que sientes, a que algo te mo**ste, a que algo te duela o a que algo no te parezca justo, y tu derecho a expresarlo. Porque por ahí es por donde se empieza a poner límites.
La mayoría de las personas no sabemos poner límites en nuestras relaciones. Hay quien ni siquiera informa al otro de lo que le mo**sta. Y hay quien le informa, pero no llega a poner el límite.Y eso es lo que quiero contarte en este post, que decirle al otro lo que te mo**sta NO es poner un límite.
Para que un límite quede bien puesto no es suficiente con que informes al otro de lo que no quieres que haga. Puede que la primera vez valga con eso, con informar. Pero si el otro sigue traspasando ese límite, necesitas ejecutar las consecuencias de que lo haya traspasado.
Eso es poner un límite: si vuelve a pasar lo mismo, pensar en una consecuencia en la relación, y cumplirla.